jueves, 31 de mayo de 2007

Soldream

Soldream y Mitherell se internaron en la oscuridad. Una oscuridad fría, húmeda e inquietante. Mith refunfuñó algo y dijo:

- Encenderé algo de luz para que...
- No - dijo el drow con suavidad - Usar la magia aquí sólo conseguirá alertarles.
- Tal vez, pero es la única forma de poder ver algo. - contestó el elfo.

Soldream guardó silencio un momento.

- Déjame ser tus ojos. - dijo al fin.

A pesar de que Mitherell sólo era capaz de ver una oscuridad total, Soldream pudo distinguir con claridad que el elfo le miraba sorprendido. Pero el drow tenía razón. En aquel túnel, que para ellos era como un laberinto donde perderse era más un hecho que una probabilidad, hacer magia y alertar a los otros era lo peor que podría pasarles en esos momentos. Y Soldream había tenido infinidad de oportunidades para matarles y no lo había hecho, si no que incluso había traicionado a los suyos por él y sus compañeros. Por una vez, tendría que confiar en él.

- De acuerdo. - asintió al fin.

Soldream asintió y murmuró:

- Akai - sus pupilas se volvieron rojas, brillando en la oscuridad.

La visión infraroja.

- Con esto - explicó Soldream - No sólo puedo percibir a un enemigo a distancia, si no que además, va a guiarnos por el túnel.
- ¿Cómo? - dijo Mitherell.
- Percibo el calor, por lo tanto, donde el aire esté más caliente, será por donde haya pasado la gente. Cuanto más seco y frío, más cerca de la superficie. Cuanto más viciado y húmedo, más profundo. Los drow nos entrenamos en una oscuridad que supera a ésta con creces...
- Ahora, ¿resulta que hay varios tipos de oscuridad? - rió Mith mientras ambos echaban a correr.
- No te haces a la idea...

El elfo borró su sonrisa, y siguió al drow... Estaba claro que aún había demasiadas cosas de él que no conocía.

Mitherell

Mitherell siguió corriendo a pasos agigantados y ágiles en busca de Armund. Presentía que estaba muy serca.
De pronto Soldream dijo:

- Hay movimiento bajo nuestros pies. Las mazmorras siguen por debajo - Acto seguido sonrió - Gritan algo sobre "una elfa embaucadora, hija de mala madre que se ha escapado e intenta salir a la superficie".

El elfo, con las pocas energías que le quedaban siguió el camino cuesta arriba. No le costaba mucho, ya que su peso equivalía al de una pluma, pero al humano le costaba

- Vamos, más rápido que perdemos el rastro... - ánimó el elfo con voz cansina

Los tres intentaban hacer lo que podían, hasta que de pronto, a unos 10 metros de ellos, Mitherell vio una cueva o talvez la entrada a la dicha mazmorra...

- Os veo en la entrada... - dijo el elfo con una gran sonrisa y echando a correr.

Al llegar al lugar Aldred se sentó, exhausto, con Soldream al lado, fresco como una rosa. Pero no había tiempo para descansar.

- No podemos detenernos a descansar, la vida de Armund esta en juego... -dijo el elfo preocupado.
-Ya lo se, yo me quedaré a descansar, luego los alcanzo - dijo Aldered casi sin aliento.

Entonces Solderam y Mitherell se adentraron a la cueva oscura y tenebrosa, con peligros tan antiguos que no podían ser explicados...

sábado, 19 de mayo de 2007

Soldream

El humano, el elfo y el drow habían tumbado a la mayor parte de la guardia de las mazmorras, que en opinión del drow, tenían muy poca vigilancia. También, gracias a sus entrenados sentidos, se percató de que en quella mazmorra ellos eran los únicos apresados.
Encontraron sus armas guardadas bajo llave al final de un oscuro pasillo. Aldred golpeó la puerta con fuerza, pero ésta no se abrió. Soldream intentó forzar la cerradura con su navaja, pero tampoco consiguió nada. Sólo que un chisporroteo saliera del agujero del candado.
Soldream entornó los ojos.

- Magia... - murmuró
- Maldita sea... Necesitamos nuestras armas - dijo Aldred tirando la maza de púas llena de sangre al suelo.
- Sí, pero ¿qué sugieres? - dijo Soldream.
- Mitherell, ¿no puedes hacer nada? - preguntó Aldred a su compañero.
- Podría anular el hechizo que contiene el candado, pero no tengo ni idea de forzar cerraduras, y además...

Aldred arqueó las cejas y señaló al drow con la mirada. Soldream sonrió sin necesidad de verles, para saber que estaban hablando de él. Mitherell se encogió de hombros.
Concentrándose y con unas palabras en el idioma élfico, anuló el hechizo del candado. Soldream, acto seguido, con movimientos hábiles con la ayuda de su navaja, abrió el candado, y tras él, la puerta. Mith y Aldred le miraron con una leve exresión sorprendida.

- Ey, no fue elegido como el mejor guerrero de mi casa por nada, ¿sabéis? - dijo el drow, encogiéndose de hombros.

Los tres compañeros cogieron sus armas, con rapidez, y corrieron escaleras arriba. Para el drow fue un respiro notar el peso de Aéraser, sus espada larga, colgando de la cintura. Se deslizaron como sombras hasta que salieron de las mazmorras.
El panorama en el que se encontraron no era muy alegre.
El pueblo consistía en chabolas medio hundidas y casas mal construidas, como si las hubiesen reconstruido tantas veces que las estructuras no podían más. Además, lo más inquietante, no había nadie.

- Esto no me huele bien - dijo Mith
- Lo secundo - dijo el drow - Deben de haberse reunido en el lugar donde esperan hacer el dichoso ritual con Armund.

Aldred apretó los puños, intentando controlar su rabia.

- ¿Cómo llegaremos hsata allí?
- Rastreando la concentración de magia - dijo Soldream.

Era un visión realmente impactante. El elfo oscuro con sus ojos color zafiro y su pelo balnco y largo que resbalaba sobre sus hombros de piel oscurecida, con la gracia típica de los elfos.
Aldred, en el fondo, sabía que Soldream era algo más que un drow. Era demasiado... distinto.
Mitherell se acercó al drow

- Donde más concentración haya, se encontrará el lugar... Tiene su lógica.
- Obviamente - dijo el drow con voz neutra - Pero llevo un rato preguntándome algo.
- ¿El qué?
- Veréis, hay muchos tipos de rituales en el mundo mágico. No sé que tipo de ritual será este, pero sea el que sea, no tenemos ninguna razón para pensar que quieran a Armund con vida.
- Tiene razón - dijo Mitherell.
- Entonces vamos, ¡no hay tiempo que pereder!

Corrieron seguiendo el instinto mágico de los dos elfos. Aunque obviamente, el de Mitherell estaba más afinado que el Soldream. Saltando entre los árbles y la nieve, corriendo cuesta arriba, los elfos apenas se cansaban, ya que eran muy ligeros. Pero a Aldred enseguida le empezó a faltar el aliento, y en una de las vecs que tropezó con algo, por poco cayó al suelo de no ser porque Soldream le sujetó.

- Ten cuidado - dijo Soldream - La nieve es traicionaera, nunca sabes qué es lo que hay debajo.

Los ojos del drow despidieron un brillo extraño durante un milisegundo. Aldred se quedó observándole un momento, y después asintió.

- ¡Vamos! ¿Se puede saber qué os pasa?
- Ya vamos... Elfo condenado, cómo se nota que los siglos no te afectan. - maldijo Aldred.

Comenzaron a correr de nuevo. Pero se detuvieron al ver que el drow se había quedado inmóvil.

- ¡Soldream!

El drow hizo un gesto a Mitherell para que esperase un momento, y el elfo calló. Soldream se arrodilló, apartó la nieve, y puso su oído a ras del suelo. Los otros dos esperaron, impacientes.

- Hay movimiento bajo nuestros pies. Las mazmorras siguen por debajo - dijo Soldream. Acto seguido sonrió - Gritan algo sobre "una elfa embaucadora, hija de mala madre que se ha escapado e intenta salir a la superficie".

Mitherell sonrió y Aldred soltó una carcajada.

- Es ella, sin duda - dijo poniéndose en marcha - ¡Vamos!

Acto seguido los tres compañeros estaban corriendo de nuevo tras la pista de su compañera

Armund

Armund abrió los ojos lentamente, con una ligera sensación de mareo. Estaba en una mazmorra mugrienta y llena de humedad rodeada de esqueletos que colgaban todavía de unas argollas. La recorrió un escalofrío por la espalda. Se incorporó lentamente y algo crujió bajo su pie. Era un cadáver de rata. Frotándose el cuello y las manos se giró y se puso a curiosear a través de los barrotes de su celda. Había dos guardias comiendo en una mesa enfrente de ella y a Armund se le empezó a hacer la boca agua.

- ¡Ey!-les gritó-¡Eh, vosotros!-dijo levantando la voz.

Los guardias dejaron de comer y se la quedaron mirando. Uno era muy gordo y el otro parecía que no había visto en su vida la luz del sol. Armund no podía apartar los ojos del pollo asado y las verduras que estaban comiendo. El aroma que la llegaba hacía que sus tripas se removieran furiosamente contra ella.

-¿Qué quieres? - gruñó el guardia más gordo.

Apenas tenía cuello, ya que su impresionante papada no lo dejaba ver. Armund sintió asco. Parecía un cerdo gigante. Tenía unas manos como cubos y unos ojillos pequeños de cerdo degollado que se movían nerviosos de aquí para allá.

-¿Por qué estoy aquí?-preguntó Armund-¿Para qué me habéis traido? Ya que nos habéis cogido a todos, ¿por qué no estoy con los demás?
- No nos preguntes. Nosotros solo cumplimos órdenes, y nos han ordenado vigilarte, nada más.
- Está bien... Tengo hambre, ¿me podríais dar algo de comer? -preguntó Armund observando que el guardia más gordo tenía las llaves de la celda.

Se rieron estrepitosamente.

- ¿Qué pasa? ¡Quiero comer! -dijo ofendida Armund.

Estaba claro que no iba a probar bocado. Finalmente, el otro guardia se levantó y le acercó un muslo de pollo.

-¿La elfita guapa quiere comer...?¿Quieres comer...?-dijo el guardia blandiendo el muslo en el aire y acercándose cada vez más.

Finalmente, se puso a medio metro de ella y empezó a comerse el muslo ante sus narices.
Veía caerse toda la grasa del muslo al suelo y en la ropa del guardia por las ansias con las que se lo estaba comiendo. El guardia sonrió. Trozos de carne estaban entre sus dientes. - Si quieres comer, antes tendrás que comerme otra cosa, cielo.-dijo mientras se agarraba con la mano libre el duro paquete que tenía entre las piernas.
Armund resopló y se dio la media vuelta mientras escuchaba las carcajadas de los guardias. Tenía que pensar en algo. El que parecía un cerdo tenía las llaves. Tenía que encontrar la ocasión perfecta para quitarselas.
Armund se sentó en el suelo y esperó. Todas las ocasiones llegaban. Esperaría, de momento no tenía prisa.

No sabía cuántas horas habían pasado, cuando de repente el guardia que la había restregado el pollo por las narices le dijo a su compañero:

- Voy a mear que ya no me aguanto más. Encárgate de vigilar a ésta bien, no me fío un pelo de ella...
- Pues claro que la vigilaré bien, imbécil.

La elfa sonrió por dentro, todas las oportunidades llegan, sólo hay que saber aprovecharlas en el momento adecuado.El guardia que quedaba no tenía pinta de ser muy listo y estaba ocupado en engullir los restos de comida del plato de su compañero. Armund se apoyó en los barrotes y le llamó.

-

El guardia gruñó pero siguió comiendo. La elfa decidió armarse de paciencia. Respiró hondo y volvió a intentarlo.

- Si, tú, el guapo.

Finalmente, dejo de comer y la miró.

-¿Yo?
-¿Hay alguien más? Sólo estamos tú y yo, cielo... -susurró Armund lascivamente.
El guardia que la miraba tenía todas las manos y la cara llena de comida y grasa, y la sonreía con unos dientes amarillos y medio carcomidos por la mierda que tenían. Tenía que hacer un enorme esfuerzo por no retirar la cara y ponerse a vomitar.

- Acércate...-le rogó Armund.

El guardia se levantó pesadamente y fue hacia ella.

- ¿Qué quieres? No te voy a dar de comer, ya te lo dijimos
- No quiero comida... Te quiero a tí.-sentenció Armund mientras le sonreía e inclinaba la cabeza haciendo un gracioso gesto con la nariz y la boca. Se ahuecó la camisa y se tocó un pecho mientras le sacaba la lengua pícaramente.

El guardia se quedó quieto. Parecía que se estaba poniendo nervioso y no sabía qué hacer,aunque observó que el bulto que tenía entre las piernas cada vez se hacía más grande. Desde luego esa contestación no se la esperaba en absoluto. Estaba claro que muchas mujeres no se le ofrecían. Armund se rió por dentro.

- Acercate más...- le volvió a rogar Armund. Se tocó con ambas manos los dos pechos mientras los estrujaba.
- ¿Para qué?- dijo con desconfianza el guardia. Parecía que iba a romper el pantalón.
- Porque quisiera tocar al hombre con el que voy a pasar la noche. Estoy segura de que tú y yo... Estoy segura de que esta noche podrías encontrar un huequito libre y pasarlo conmigo. Te aseguro que te daría bastante placer. Ven, quiero sentirte...

El guardia rió tontoronamente y se acercó mientras se desabrochaba el pantalón. Armund casi se moría de asco cuando, a medio metro, ya sentía el aliento fétido del guardia.

- Ya sé que te gusta mirarme pero si no te acercas más, no voy a poder darte mi pequeña demostración de todo lo que voy a hacerte esta noche.

El guardia tragó saliva y se rascó los huevos nervioso mientras avanzaba con los pantalones bajados y su miembro erecto. Finalmente, llegó a los barrotes y puso su cara frente a la de Armund. La saliva goteaba de la boca del guardia y éste sacó la lengua y la lamió la cara. Armund reprimió una arcada.

- Bien, ya sabes como soy. ¿Querías algo más?- susurró el guardia al oído de Armund y riendose después tontamente de lo nervioso que estaba, mientras se tocaba.- me gustan tus orejitas-dijo mientras le tocaba una.
- No, sólo quería saber cómo era la cara del imbécil al que voy a matar.-sentenció Armund mirándole a los ojos.
- ¿Qué...?-dijo el guardia confuso.

Lo había pillado desprevenido. Torpemente se quiso echar hacia a atrás, pero ya había recibido el fuerte puñetazo de Armund en la cara. El guardia cayó redondo al suelo.
Inclinándose, Armund se agachó y alargando el brazo desató el cinto al guardia y sacó las llaves. Nerviosa y rápidamente, abrió la puerta de su celda. Sin pensarlo dos veces se dirigió a la mesa donde estaba la comida y empezó a engullir las pizcas de carne que había por los platos mientras se relamía los dedos.
Estaba fría pero no importaba. Justo entonces se abrió la puerta que estaba al fondo de la estancia. Era el otro guardia.
Se quedaron mirando y el hombre empezó a dar la voz de alarma.

-¡REFUERZOS!¡LA ELF...!-gritó, pero no llegó a terminar la frase porque Armund le había dado una patada con todas sus fuerzas en la entrepierna y había salido corriendo.

Aldred

- Necesitamos recuperar nuestras armas- Dijo Mith, y Sodream y Aldred ocmprobaron que tenía razón, les habían despojado de sus armas y tendrían que ir a recuperarlas.

Los 3 compañeros se abrieron paso a través de la mazmorra, Soldream y Mith se movían con facilidad entre la oscuridad, en cambio Aldred no poseía la gran vista de estos, por lo que cada dos por tres tropezaba con algo.

- ¡Ay¡ - Dijo una voz
- Perdona- dijo Aldred confundido.

De repente una luz se encendió de donde había provenido el quejido. La luz dañó los ojos de los 3 compañeros, ya que su ojos no estaban habítuados. Aldred recobró la visibilidad antes que sus compañeros, ya que no era tan sensibleal a luz, y descubrió delante suya a un soldado gordo, con una armadura de cuero ligera, que sostenía en una mano una lámpara de aceite y en la otra una gran maza de púas.
El guardían estaba asombrado al ver que los prisioneros habían escapado, pero esa reacción solo le duró unos pocos segundos, ya que profirió una gran grito desde su garganta.

-¡ALERTA! ¡SE HAN ESCAP...!-Un puño como una gran roca impactó en la cara del guardia, al que le saltaron los dientes y se desplomó de espaldas contra el suelo, incosciente.

Aldred miró a sus compañeros sonrió y dijo:

- No soporto que me griten al oído.

Mith y Soldream se miraron sorprendidos pero voces de soldados que venían a por ellos les hizo salir de su asombro, eran los soldados que venían a investigar aquel grito de alerta.

- Rápido, escondámonos- Dijo Soldream - Les daremos una grata sorpresa

Aldred cogió la maza de púas del guardian y se ocultó en un saliente. Desde allí pudo ver cómo Mith y Soldream se escondían, el primero tras una esquina y el segundo se había subido a un saliente del techo y esperaba a su presa, como si fuese una araña que espera a que caiga en su tela.
Los guardias llegon al lugar y vieron al guardián tendido en el suelo con la cara descolocada.

- Pero, qué demonios...

En ese momento Soldream se dejó caer sobre un soldado al cual le crujieron los huesos bajo el impacto, aplastándole contra el suelo. Mith salió de su escondite y partió el cuello de uno de ellos con una velocidad increíble, lo partió como si de un pergamino se tratase. Se escucharon los huesos astillarse debajo del a piel. Aldred hizo una mueca de dolor y se preparó para salir a ayudarles. Antes de salir pensó en Armund
¿Que le estarían haciendo?

jueves, 3 de mayo de 2007

Soldream

Aldred abrió los ojos con pesadez, y con la cabeza dando vueltas. Murmuró algo entre dientes, y se esforzó por despejarse. Notó sus manos atadas en torno a un poste tras su espalda.
Maniatado también a otro poste, estaba Mitherell, que por los movimientos que hacía también estaba intentando despertarse de aquel extraño trance en el que se encontraban.
Estaban encerrados en una especie de mazmorra de piedra, húmeda y fría. El único foco de luz era una pequeña ventana con rejas por la que la luz de la mañana se deslizaba a través de las partículas de polvo...
Los recuerdos golpearon de pronto la mente de Aldred. Un grupo de hechiceros les había atacado por sorpresa. Les habían cogido después de atacar a...

- ¡Armund! - exclamó Aldred, luchando por liberarse - ¡Mitherell! - el elfo seguía atolondrado - ¡MITHERELL!

Aldred le golpeó con una pierna para despertarle.

- ¡Eh! ¿Se puede saber qué demonios te pasa? - El elfo miró a su alrededor, desorientado - ¿Dónde estamos?
- Eso ahora no es lo importante, hay que ir a buscar a...
- Ponerse histérico no ayudará en nada, Aldred...

Aldred se quedó paralizado un instante. La fría voz del drow le golpeó como un jarro de agua fría. Sumido en la oscuridad, Soldream les observaba con una mirada inexcrutable. Los ojos color zafiro del drow destacaban en la oscuridad. Tal vez por el brillo de oscuridad que afloraba en ellos.
Aldred sintió un escalofrío.

- Soldream... ¿te encuentras bien?
- No - respondió el drow con sincerdidad - Este aura me está matando, me asfixia, y aún tengo los reflejos algo torpes por el hechizo del sello...
- ¿Aura?
- Si -dijo Mith - Cómo eres humano no lo notas con la misma claridad que nosotros... Estos hechiceros tienen una magia muy basta, muy antigua, muy poco refinada, ¿comprendes? El ambiente está cargado de una magia natural en estado puro que resulta cargante e incluso agobiante para los sentidos. Especialemente para Soldream, porque es un drow, y no está acostumbrado a este tipo de magia.
- Exacto...
- Bueno, ¿y qué hacemos? - dijo Aldred, volviendo a tirar de las cuerdas, sin éxito - Deben de haberse llevado a Armund a otro lugar, y deben de tenerla prisionera, así que...
- Armund va a ser utilizada para un ritual mágico - sentenció el drow.
- ¿¡QUÉ!? - Dijeron los otros dos al uníoso.
- Lo que habéis oído.
- ¿Cómo lo has sabido?
- En el tiempo en el que estábais inconscientes, he podido escuchar muchas cosas - explicó el drow - mis oídos pueden escuchar más allá de estas paredes, que para vuestra información, están reforzadas con magia. Por ello, no pude concretar demasiados detalles. Además, esas bolas de energía que nos lanzaron para aturdirnos, a mí apenas sí me hicieron efecto...
- ¿Y por qué no intentaste pelear o algo? ¡Podrías haberte salvado para ir tras nosotros después! - exclamó Aldred.
- No - dijo el drow con frialdad - Eran demasiados, y tengo resistencia a la magia, pero podrían matarme si quisieran. Además, aún no me he recuperado del todo. Además, la mejor forma de llegar hasta aquí era ser capturado, es una estrategia muy básica, Aldred, alguien como tú debría conocerla.

Aldred apartó la mirada, incómodo.

- Hay que escapar se aquí, pero - Mitherell tiró de nuevo de las cuerdas, en vano - Tenemos un problema...
- Tenéis un problema - Soldream sacó su brazo de detrás de la espalda, y la cuerda resbaló limpiamente por su muñeca.
- ¡Genial! Sabía que algún día nos serías útil, Soldream - dijo Aldred con una media sonrisa.

Soldream también sonrió, y le observó con picardía. Se levantó, y les soltó las cuerdas con una navaja que guardaba en el tobillo.

- Armund no se encuentra en el pueblo. No me preguntéis dónde, no pude escucharlo bien, pero se la han llevado fuera, algún sitio que tengan preparado especialemnte para esos rituales suyos... Seguramente, donde la concentración de magia sea más abundante.
- Bien - dijo Aldred frotándose las muñecas - Pues vamos

Armund

Tras coger agua, Armund meditó. No podrían seguir avanzando si el drow estaba herido y débil tras el hechizo de Mitherell. Y además, había demostrado que, de momento, estaba de su lado, aunque ignoraban las razones... Pero el caso es que tenía que darle algo, por lo menos para que se mantuviera de pie y pudiera andar, aunque fuera despacio.
Mirando alrededor, observó que había robles. "Perfecto" pensó "Justo lo que necesito". Y de un ágil salto acabó subida en la copa del árbol. Colgándose de una rama con las dos piernas, sacó su hoz de su zurrón y se puso a cortar las hojas. Cuando tuvo la suficientes, se fue adonde estaban sus compañeros y dijo:

- Esto que te voy a dar, Soldream, es para que puedas estar mejor y te sientas un poco más fuerte. No nos conviene estar parados mas tiempo, podrían pillarnos. Te voy a preparar una poción que tal vez te sepa un poco fuerte pero no dispongo ahora mismo del ingrediente para suavizar el sabor...
-Tsk, aguantaré...-susurró Soldream con ironía.

Armund se acuclilló y sacó de su zurrón unas hojas de muérdago. Las juntó todas, y machacando las hojas con piedras, las puso finalmente en el cuenco. Aldred y Mitherell miraban con curiosidad. Finalmente, rebuscando en su zurrón consiguió encontrar una botellita que, con sumo cuidado destapó. Echó una sola gota del líquido en el cuenco con las hojas trituradas, y al instante, se empezaron a oír ruidos extraños y a convertirse en líquido lo que antes eran hojas.
Con cuidado, Armund se acercó con el cuenco a Soldream y, cogiéndole suavemente con la cabeza, le puso el borde del cuenco en los labios y le hizo tragar toda la poción. Armund se quedó mirando atentamente a Soldream para ver cómo reaccionaba.
Soldream abrió mucho los ojos y resopló al rato de haber tragado pero no dijo nada. En cambio, se le puso la cara un tanto roja. Armund se rió por lo bajo pero no dijo ningún comentario.

- Bueno, ¿ya estás mejor? -preguntó Armund- ¿Te puedes levantar y andar? Según vaya pasando el tiempo irás recuperando tus fuerzas.

Soldream se levantó y echó a andar. Todos se miraron, y Aldred y Mitherell echaron a andar tras él. Armund se encogió de hombros y tras guardar sus cosas les siguió.
Tras andar durante horas por el día, y con alguna que otra ayuda para Soldream, llegaron sin problemas a una zona del bosque en que, por extraño que pareciera, de repente a los árboles se les caían todas las hojas y más hacia delante, los árboles estaban desnudos completamente y... nevados.
Aldred y Mitherell se quedaron mirando a las distintas partes del bosque, maravillados, excepto Soldream que parecía lo más corriente para él ver en una misma zona de un bosque una parte veraniega, otra otoñal y otra invernal.
A Armund le extrañaba esa parte, pero por alguna extraña razón le resultaba familiar. Aún por cuando recordaba la voz de su madre, recordaba que le contaba historias de un bosuqe en el que cambiaban las estaciones a gusto de quienes vivían ahí. Más tarde, cuando creció, un gran amigo hechicero que perdió hace años le contó algunos secretos de esa zona.

- ¿Qué pasa Armund? - preguntó Mitherell - ¿Quiénes viven por estas zonas?
- No estoy muy segura, pero... Según sé, creo que hechiceros desterrados de algún reino por haber hecho alguna acción que no debieran. Tal vez haya también los hechiceros que son renegados y marginados por la sociedad en la que vivían. Bueno, lo que quiero decir, es que debemos tener cuidado, no creo que seamos bienvenidos de hechiceros que han sido maltratados por la sociedad.

Nada más decir esto, de repente cayó de rodillas y sus amigos se la quedaron mirando preocupados.

- Armund... ¿qué te pasa?-preguntó Mitherell

Armund sentía cómo se le clavaba algo en la espalda y empezaba a ver borroso. A duras penas logró ver cómo un grupo de hechiceros renegados salían de entre los árboles vestidos de blanco y cómo les apuntaban a todos con bastones y pronunciaban palabras mágicas. Hicieron un círculo alrededor de ella, y el resto de sus compañeros, con una sonrisa burlona un hechicero de aspecto tétrico, pero de una majestuosa temple, les señaló.
Armund se puso de pie sudando. No conseguía ver ya apenas nada. Sólo consiguió ver como el hechicero pronunciaba unas incomprensibles palabras y unas cadenas mágicas salieron del suelo, de la nada, aprisionando las muñecas de Mitherell, Aldred y el drow. Armund pestañeó... ¿Qué estaba pasando? Les habían descubierto... ¿cómo no les habían podido escuchar?
Armund se tambaleó y cayó al suelo casi desfallecida. Perdía fuerzas por segundos... Lo último que pudo ver era aquel hechicero que parecía el jefe, les lanzaba a sus compañeros unas bolas mágicas aturdidoras y ellos caían al suelo tambaleandose.
Mitherell consiguió contrarrestar con su magia el hechizo de su bola, y la pudo esquivar gracias a eso en el último momento, pero otra cosa punzante como la que le habían clavado a ella le dio de lleno en el hombro, y cayó desplomado también. Armund sabía que eso bloqueaba la magia durante unas horas...
¿A dónde les llevarían? Un torbellino de oscuridad se llevó la mente de Armund, y cayendo pesadamente su cabeza hacia el suelo, cerró los ojos...

Mitherell

Mitherell, experto en magia élfica, preparó un hechizo que necesitaba la mayor concentración posible.
El elfo comenzó a decir unas palabras en Quenya, idioma de los altos elfos.

- Salch thâr uil hwand malt dôl finn bein...-recitó melódicamente

De pronto, del cuello del drow comenzo a salir una luz incandecente que no tardó en cubrir todo el sello. Soldream se retorcía del dolor, pero Mitherell le administró unos panes de lembas para calmarle el dolor, y lo recostó en el suelo...

-Tranquilo, el dolor pasará...

Tras el hechizo, el elfo ya no tenía energías necesarias para luchar ni para moverse. Entonces Armund le dio unas medicinas que tenía en su bolsa para que éste se recuperase.

- Estamos solos ahora...-dijo la elfa.
- Sí, estamos solos, en medio de la nada y con docenas de patruyas drows buscándonos - exclamó Aldred
-Tendremos que esperar a que se recuperen para seguir - dijo Armund - Voy por agua
-¿No quieres que te acompañe? - Preguntó Aldred, algo azorado
- ¿Y dejaros solos aca? ¡JA! No creo...- dijo Armund dedicándole una sonrisa.

Y se fue la elfa...