viernes, 7 de noviembre de 2008

Armund

Tras analizar la situación un rato mentalmente, Armund le susurró a Mitherell:

- Creo que deberíamos turnarnos para salir de la cueva - le comentó Armund a Mitherell-por precaución, más que nada. Si alguien viene, Aldred y Soldream no están en condiciones de defenderse.
- Bueno, nosotros tampoco estamos como una rosa -replicó el elfo con cara de cansancio- Si viniese alguien, no creo que pudiéramos hacer mucho. Pero bueno, también es verdad que es mejor que nada.


La druida sabía que Mitherell tenía razón. Tenían tal agotamiento, que si algo o alguien viniese con intenciones no muy pacíficas, no durarían mucho. Pero necesitaba salir para buscar algo para curar las heridas de todos. no quedaba otro remedio. Suspiró.

-Bueno, tengo que salir a buscar alguna cosa que pueda ayudarnos con las heridas. Tú quédate descansando aquí y recupera fuerzas. Pero tampoco te relajes mucho, esta zona no la conocemos.

Mitherell asintió con la cabeza.

-De acuerdo,pero ten cuidado. Recuerda tú también que ahí fuera estarás sola.
-No te preocupes-sonrió Armund- no hay muchas cabezas que se resistan a este filo-dijo señalando su alfanje.

Mitherell bajó la cabeza resignado.


- Como quieras, de todas maneras, le haré un hechizo ilusorio a la cueva. Sólo nosotros veremos la entrada. Para los demás, solo será un conjunto de árboles secos.

-Vale, buena idea, ¿pero y qué pasa con los dragones?¿No crees que llaman un poco la atención?

Soldream habló con voz débil mientras miraba el techo de la cueva tumbado en el suelo.

-Los dragones se fueron en cuanto entramos a la cueva, pero no se han ido muy lejos. De todas maneras, no te preocupes por ellos, saben esconderse bien. Hasta que yo no les ordene que se vayan, no se marcharán definitivamente ni se alejarán mucho.
Seguramente estén cazando. Los dragones son muy dependientes del idioma drow.
-¿Tú no te habías desmayado?

El elfo oscuro no le contestó.
Armund le miró fijamente. Apenas tenía fuerzas para andar, pero siempre tenía la boca abierta para darle una respuesta a todo. Era increíble.

-Bueno, pues...ya que todas las dudas están solucionadas, me voy.

Dicho esto, la elfa salió de la cueva con cuidado. Inspeccionó la zona que les rodeaba para ver de qué podrían abastecerse. Parecía ser que en aquel terreno pantanoso no había muchos animales ni plantas. No le gustaba mucho esa idea, puesto que no sabía cuanto tiempo tendrían que quedarse refugiados. En el fondo de su ser, esperaba que no mucho. Eso sí, acababa de salir de la cueva y ya se había dado cuenta de que continuamente bandadas de mosquitos parecían querer ir directamente a su cara. Concretamente, a sus ojos, a la nariz, y sobre todo la boca. Asqueada, sacudió la mano derecha para quitárselos de encima.
Empezaron a hundírsele las botas en el barro, y decidió alejarse cuando le pareció ver que salían un par de ojos nerviosos de las turbias aguas que había más adelante.
Viendo que no encontraba nada interesante, decidió caminar en otra dirección. Se dirigió hacia el este, y unos minutos más tarde, el terreno comenzó a ser más firme y seco, y vió más variedad de plantas. Se dirigió hacia un grupo de ellas que estaban bajo un robusto árbol. Eran bastante interesantes, pues según había estudiado en algunos libros de Botánica, las plantas de aspecto luminoso en la noche, brillaban por tener en su interior un líquido que ayudaba a cicatrizar. Combinado con una buena magia, tal vez incluso a cortar abundantes hemorragias.
Arrancó unas cuantas, y se las guardó en su bolsa.
Escuchó unas risitas nerviosas y sobresaltada, se puso en guardia. Puso su mano instintivamente en el mango de su alfanje y alzó la cabeza hacia la copa del árbol. Vio que un par de cotillas hadas la estaban espiando. Al ser descubiertas, dieron un gritito de sorpresa y salieron volando rápidamente riéndose como locas.
La elfa sacudió la cabeza consternada. había algunos seres que no cambiarían nunca, por más años que pasasen. Se encogió de hombros y se dispuso a volver a su refugio. mientras caminaba, observó que era una hermosa noche. Había estado tan ocupada últimamente preocupándose por su vida, que ya no recordaba cual había sido el último día que se había quedado en silencio para escuchar la naturaleza.
No hacía frío a pesar de que estaba ya cerca la época de lluvias y el cielo estaba lleno de estrellas.
Suspiró y se tocó el cuello distraída. En ese momento lo que más le gustaría sería estar mirando junto a Aldred aquel cielo estrellado, en lugar de tener que temer por sus vidas constantemente. Sin embargo, en aquel momento no se podían cambiar las cosas.
Cerca de la cueva, se percató de que había un árbol que no había visto antes. Tal vez porque tenía un aspecto un poco deplorable, pero a su vez brillaba majestuosidad por su aspecto milenario. Decidió apoyarse en él para descansar un rato y mientras vigilaba a su alrededor, pensó en cómo había cambiado su vida durante los últimos meses. Había sido tan radical, y sin embargo, tan rápido...

El árbol debió de sentirse frustrado por la consternación de la elfa, y comenzó a llorar resina lentamente a través de su corteza. Armund la tocó con el dedo índice y la inspeccionó. Se la guardó en otro frasquito (de los muchos que tenía) de su bolsa, y recogió el resto de la resina que había en la corteza del árbol con sumo cuidado. Sabía que los árboles cercanos a las zonas de elfos oscuros estaban medio muertos por fuera, pero rezumaban vida en su interior, incluida la mágica. Por supuesto, cuantos más años tuviera el árbol, mejores serían las propiedades curativas de su savia, de sus hojas, de sus raíces... Armund alzó el frasquito y observó la resina a través de la luz de la luna. Era muy brillante... tal vez si se lo diera a Aldred le ayudaría a soldarse los huesos. Quién sabe...con un poco de magia extra suya también, claro.

- ¡Au! -se quejó.

La marca de su cuello le había dado un pinchazo. Decidió seguir reanudar su caminata. algo andaba mal. Pensó con rapidez mientras caminaba deprisa. "¿Qué podría ser? Habían acabado con Jarlaxle, el sello de Soldream se había roto... de hecho, ella misma lo había hecho. Entonces, ¿qué clase de magia tan oscura estaba creciendo como para despertar su marca?¿Después de 200 años?" Sacudió la cabeza e intentó quitarse esa idea que la rondaba. El día que se formó la marca que tenía en el cuello fue el mismo en el que su pueblo recibió un ataque de aquellos demonios infernales.
Ya veía la cueva a lo lejos cuando una punzada tan dolorosa la hizo caer de rodillas al suelo. "¿Les habría pasado algo en la cueva...?" Con la respiración agitada y con esfuerzo, volvió a levantarse, y sudorosa y tambaleándose llegó al refugio angustiada.
Para su sorpresa, encontró a Mitherell asando a una especie de reptil chamuscado de ojos saltones... y a Soldream y a Aldred totalmente despiertos. Todos la miraron un poco sorprendidos, les había interrumpido una animada conversación en la que cada uno presumía de haberse emborrachado más veces que el anterior. Se formó un silencio tenso.
Soldream entrecerró los ojos.

-¿Qué te ha pasado?

Armund no supo qué contestar. Pensó que les había ocurrido algo. Pensó que...

- Nada -sonrió débilmente.- ¿Qué me iba a pasar?
- Te tiemblan las manos -señaló Aldred.
-¿Tú no estabas dormido con las costillas rotas?- le atropeyó Armund cambiando de tema.

Aldred abrió la boca y la volvió a cerrar.

- Me desperté de repente y me siento mucho mejor.- dijo finalmente sorprendido por la reacción de la elfa.
-Os he traído esto - sacó las plantas nerviosamente- Voy a prepararoslas para que os las podáis tomar- y cogiendo una piedra de aspecto cóncavo del suelo, les dió la espalda y comenzó a estrujar el tallo de las plantas con rabia.

Qué tonta había sido... comenzó a notar un quemazón en los ojos.

-¿Seguro que no te ha pasado nada?- le preguntó Mitherell por lo bajo.

La elfa se sobresaltó. Estaba tan concentrada en lo suyo que no se había dado cuenta de que Aldred y Soldream habían retomado la conversación sobre sus borracheras y a cada cual presumía de cuántas veces habían vomitado más, y de que Mitherell se había acercado a su espalda. Armund se sorbió la nariz. Decidió olvidar lo que había pasado. Hechó unas gotitas de los tallos de las plantas en el frasquito que tenía la resina del árbol milenario y lo agitó. la resina se volvió mucho más acuosa y blanquecina.

-Seguro. Toma, ya he terminado.-le tendió la piedra con el líquido fluorescente pastoso.

Mitherell lo miró con cara extraña, y Armund se dio cuenta de que estaba lleno de magulladuras.

- Oye, ¿no se supone que no tendrías que haber salido?-dijo suspicaz.

Mitherell se rascó la cabeza con nerviosismo.

-Si, bueno...es que tardabas mucho y salí a buscarte - dijo con rapidez.
-Ya... -la elfa cruzó los brazos y empezó a tamborilear el suelo con el pie.
- Estábamos preocupados... los tres.
- Ya...
- ...
Armund arqueó las cejas.
- ....Teníamos hambre - Mitherell bajó la cabeza derrotado.


La elfa se mordió el rabio intentando aguantarse la risa. decidió dejar de hacerle un interrogatorio a Mitherell y se dirigió hacia Aldred para examinarle. El bárbaro la miró desconfiado. después de cómo le habia contestado antes, no sabía muy bien si fiarse de sus intenciones. A la elfa le dió un vuelco el corazón.

-Tienes los ojos un poco rojos...
-¿Ah,si? -Aldred se encogió de hombros- supongo que será de sueño.
- Quítate la ropa, anda.
-¿Qué?
- La parte de arriba, hombre.tampoco hace falta todo -mientras decía eso, la elfa sintió como un calor repentino se le agolpaba en la cara.
- Si es necesario...-dijo Aldred mientras se quitaba el chaleco de cuero.

La elfa le ayudó a quitarse la posterior cota de maya. Mientras le ayudaba, las dedos de Aldred rozaron sus brazos, y a Armund se le aceleró el corazón. el vello se le puso de punta mientras sentía cómo la sangre se le agolpaba en la cara. sin embargo, un agradable cosquilleo le recorría por todo el cuerpo.

- Creo que... puedes quitarte tú solo la camiseta- dijo un poco azorada.

Sentía se le clavaban en el cuello las miradas de Mitherell y Soldream.

- Vaya, Aldred. Parece que tu belleza es demasiado abrumadora para Armund-rió Soldream.
- Cállate -le espetó la elfa- Ya me encargaré después de ti.

Soldream siguió riéndose y Armund se juró a sí misma que ya le haría pagar por aquel comentario.
mientras Aldred se quitaba la raída y mugrienta camiseta, Armund no pudo evitar mirar las numerosas cicatrices que el bárbaro tenía en el pecho, y en general, por casi todo el cuerpo. Se percató también que para tener las costillas rotas, no tenía esa zona ni amoratada ni hinchada ni nada... sin contar con que se había caído de un dragón a muchísimos metros del suelo y parecía intacto. ¿Se habría equivocado antes? Armund le tocó con el dedo índice la zona de la zona de las costillas y Aldred se sobresaltó.

-¿Te duele?
- Mmm... no. Es que tienes las manos frías.

se oyeron las lejanas risitas de Mitherell y Soldream.
La elfa resopló. decidió ignorar ese comentario y concentrarse en lo que estaba intentando averiguar.

- Aldred, creo que no tienes ningún hueso roto. Y juraría que tenías alguna costilla... no sé, o me he equivocado o... te has recuperado demasiado rápido para lo que eres tú, ya sabes a lo que me refiero.
- Pues no tengo ni idea... yo sé que antes me dolía muchísimo esa zona, y en general todo el cuerpo, y que desde que me he despertado, me siento mucho mejor, aunque todavía muy cansado.
- Bueno, pues tómate esto-le dijo mientras le tendía el frasquito con la resina- Te ayudará a recuperarte por dentro seguramente. Pero no te bebas todo, que también tiene que beber Soldream.
- Yo no pienso tomar esa mierda - saltó el elfo oscuro desde su espalda.
- Tú te tomarás lo que yo te diga
- No necesito tomar tus potingues para recuperarme. estoy más que acostumbrado a las heridas graves.
- Puede que tu egocentrismo no te deje pensar, pero lo último que necesitamos es a alguien herido. si vienen a atacarnos, no podrás defenderte.- Aldred le devolvió el frasquito.
- Nunca te he pedido que cuides de mí.

La druida estalló de la rabia. sin previo aviso y con una rapidez casi imperceptible para los ojos, saltó encima del elfo y le apretó la nariz con fuerza con la mano derecha.
Sorprendido por aquel ataque traicionero, el elfo gritó de dolor mientras intentaba forcejear, pero ya era tarde, Armund le había metido media botella en la garganta y no tuvo más remedio que tragar el líquido si no quería ahogarse.
cuando empezó a toser con lágrimas en los ojos, la elfa le soltó la nariz,se levantó y se dispuso a curar a Aldred las heridas con el líquido que había exprimido en la piedra cóncava.

-¿ESTAS LOCA O QUE TE PASA?¡VIEJA LOCA...!¡Y DEJAD DE REIROS!¡EN CUANTO MENOS OS LO ESPEREIS ENCONTRAREIS UN PUÑAL ENVENENADO EN VUESTRA ESPALDA!

Tras recuperarse de la sorpresa por el ataque de la elfa, Aldred y Mitherell habían estallado a carcajadas y no podían ni levantarse de la risa.

Unas horas después, tras haberse untado todos en las heridas el líquido que había exprimido Armund de las plantas, y tras haber cenado, se echaron a dormir. todavía se seguían oyendo las mil y una venganzas de Soldream contra Armund y el mundo, pero cerraron los ojos rápidamente. Armund se acurrucó contra Aldred por el frío y éste, la rodeó con sus brazos y la apretó hacia él. Se acariciaron mutuamente hasta que se quedaron dormidos.

La elfa se despertó tiritando. un frío aire se colaba por la entrada de la cueva y observó que Aldred no estaba a su lado. miró a su alrededor y vió que Mitherell y Soldream roncaban alegremente pero que Aldred no estaba por ninguna parte... "¿Hacía cuánto había salido?"
Silenciosamente, cogió su capa y su alfanje, y con cuidado, pasó al lado de Soldream. el elfo murmuraba cosas inaudibles. Armund se mordió el labio para contener una risa. con todo el ego que tenía el elfo, éste no se había dado cuenta de que el pasatiempo favorito de Armund era fastidiarle por lo fácilmente que era erir su orgullo. tal vez el día en que se le bajase un poco su ego, se diera cuenta. la elfa se encogió de hombros y finalmente, salió al frío de la noche.
observó que por la humedad del suelo, todavía había huellas de las botas de Aldred y decidió seguirlas.
Un buen rato después, bastante alejada ya de la cueva, vió que a lo lejos, bajo las sombras de unos árboles, una deforme figura se retorcía sobre sí misma. Con el corazón en un puño, agarró su espada y se acercó más. se escondió tras un tronco de un árbol que parecía bastante grueso. la luz de la luna se coló entre las copas de los árboles y lo que vió la dejó aterrada.
Deseó haber sido fulminada por un rayo para evitar haber visto tal imagen. Aldred se retorcía sobre sí mismo. Pero no era él, se había convertido en un ser deforme y numerosos bultos que le deformaban, se movían continuamente. lo que fuera que llevase en su interior, opinaba que ya era el momento de salir.
Finalmente, doblándose de una manera antinatural hacia atrás, abrió la boca hasta casi desencajarse la mandíbula y expulsó una especie de vaho ennegrecido que poco a poco se fue condensando y materializando hasta convertirse en una corpulenta criatura de cuernos retorcidos y ojos ambarinos. Un aura maligna rodeó toda la zona y Armund sintió cómo la muerte inundaba todo. La marca de su cuello empezó a dolerla y se la tapó con la mano. Sabía que aquel presentimiento del bosque había sido por algo. Tal vez había llegado el momento de invocarles...Aldred volvió a su forma humana original y se desplomó en el suelo.
La elfa ahogó un grito. tenía que pedir ayuda.
El demonio inspiró profundamente mientras crujía los nudillos de sus manos y expulsaba vaho lentamente. Parecía disfrutar de su nueva libertad. Miró la luna mientras sacudía sus musculosas y membranosas alas. Habló con voz grave y profunda.

-Por fin. Ya era hora de salir de ese cuerpo tan inútil.

Armund se dió la vuelta con cuidado y una ramita crujió bajo sus pies. La elfa maldijo por lo bajo e hizo una rápida oración a sus dioses.
El demonio resopló y ladeó la cabeza mirándola.

-Y encima tengo alimento fresco.