viernes, 29 de junio de 2007

Soldream

Soldream crubió el rostro inerte del niño con una sábana blanca que habían encontrado dentro, aunque tenía algunas manchas de sangre por la carnicería de hace un momento. Aldred y Mitherell observaban al drow con seriedad, sin decir palabra. Soldream se quedó un momento inmóvil, hasta que habló.

- Descansaremos aquí, si no tenéis nada en contra. - dijo con voz neutra- Y de paso, intentaremos quitarnos este olor a sangre que atraerá a las bestias de por aquí.

Mitherell asintió y dijo, hablando en voz baja.

- De acuerdo, iré haciendo la cena. Aldred, ¿puedes intentar hablar con Armund? Si mañana llegamos a la Antípoda, necesitará comer algo...
- No hablaré con ella - dijo Aldred - Ahora no. Os recomiendo que la dejéis en paz durante unas horas. - dijo mirando a Soldream de reojo - No lo habrá asumido.

Soldream apretó los puños con fuerza, e ignorando las palabras de Aldred, cogió suavemente el cuerpo del pequeño, cubierto por la sábana, y se internó en el bosque.

- ¿A dónde vas? - dijo Mitherell - ¿No has oído a Aldred, cabezota?
- Sí.

Aldred, con un ágil movimiento, se puso ante él, fulminándolo con la mirada.

- Déjala en paz. Sabes que esto es un golpe muy duro para ella... Y para los demás.
- Por eso mismo tengo que ir. Aldred, apártate. - dijo el drow mirándole con frialdad.

Aldred lo miró con uan mezcla de furia y sorpresa. ¿Acaso ese mequetrefe se atrevía a darle órdenes en un momento como aquel?

- No. Creo que ya has hecho bastante daño, elfo oscuro

Soldream entornó los ojos.

- Muy bien...

Aldred pensó por un instante que Soldream le iba a atacar. Pero éste, apoyó su mano en la cabezota de Aldred, y con un breve impulso, saltó limpiamente sobre él. Aldred se dió la vuelta, mirándole fijamente. El drow continuó andando como si nada. Aldred corrió y de nuevo se puso ante él, pero el elfo oscuro volvió a esquivarle. Aldred lo repitió, y Sodlream se subió a una rama baja para pasar sobre él. Y sin soltar el cuerpo interte de Zero. Aldred lo intentó una vez más, y esta vez consiguió agarrar al drow por el pelo, antes de que escapase.

- ¡Estate quieto de una vez! Armund tiene razón, ¡eres un egoísta!- dijo Aldred mientras obligaba al drow a ponerse de rodillas en el suelo.

Soldream siseó levemetne de dolor mientras Aldred le sujetaba por el pelo, y con una mano agarró la muñeca de Aldred.

- Sabes que... tenía que hacerlo. Aldred... suéltame - la voz del drow sonó distinta. - Tenía que hacerlo. Sabes bien lo que le habría pasado si le dejábamos vivir... Porque tú ya lo has visto.

Aldred, sorprendido por aquel cambio en su voz, le soltó. El pelo blanco y sedoso del drow resbaló por su espalda. Soldream se levantó de nuevo, y miró a Aldred a los ojos.

- Tú habrías hecho lo mismo, lo sabes.

Aldred no contestó, porque no sabía muy bien a lo que se refería el elfo oscuro. Sin embargo, cuando le miró a los ojos, comprendió a lo que se refería. Aunque cuando Soldream se dio la vuelta para marcharse, Aldred comenzó a preguntarse, sorprendido, si realmente había visto en sus ojos lo que creía haber visto. Mitherell se acercó a su compañero.

- También lo has visto, ¿cierto? - djo Aldred
- Sí... Dime, ¿qué opinas?
- Que... - dijo Aldred sonriendo -... es buena señal.

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Armund lloraba apoyada en una roca revestida de musgo. Aún no había asumido que Soldream hubiese sido capaz de matarlo. Aunque en el fondo sabía que Zero estaba perdido de todas formas, le había cogido mucho cariño al pequeño. Todo a su alredor estaba lleno de golpes, desgarros y señales de espada, y varios árboles descansaban cortados en el suelo, fruto de la furia que Armund había descargado contra ellos.
La elfa tenía la vista fija en la oscuridad, mientras una suave brisa acariciaba su rostro húmedo por las lágrimas, que brillaban heridas por la luz de la luna. El viento le trajo a la elfa druida un olor conocido, familiar. Se dio la vuelta cona gilidad y se elvantó de un salto, mirando hacia arriba, sabiendo lo que iba a encontrar.
Soldream, semioculto en la oscuridad, la observaba de pie sobre una rama alta, de las que aún quedaban en pie. Armund tembló de rabia contenida y dolor, mientras miraba al drow con desprecio.

- ¿Qué estas haciendo aquí?
- Quería verte...
- ¡LÁRGATE! ¡No quiero verte, no quiero que vuelvas a hablarme! ¿¡ME OYES!? ¡DÉJAME EN PAZ!

Armund se dió la vuetla, con los ojos cargados de lágrimas, y salió corriendo. Lo último que quería es que ese drow despreciable la viera llorar.
Sin embargo, con la sigilosidad de un felino, Soldream apareció justo ante ella, cortándole el paso. Armund se dió la vuetla y salió corriendo hacia otra parte. Soldream volvió a aparecer ante ella. Armund volvió a darle la espalda de nuevo, pero apenas levantó la vista, y ya volvía a tenerle cortándole el paso. Armund, harta y furiosa, desenvainó a Luz Negra, y la embistió sin pensar contra Soldream. Éste sacó a Aéraser como un autómata, y paró el golpe sin esfuerzo. Armund, cegada por el odio, volvió a lanzarse contra él, empuñando su arma. Soldream esquivaba y paraba sus golpes con sorprendente agilidad, y eso la frustraba. Estaba jugando con ella. Armund embestía sin pensar, sólo hacía caso a la rabia que la guiaba a acabar con aquel drow repelente, egoísta e insensible. Para Soldream, era demasiado fácil predecir los movimientos de Armund, porque sabía lo que era estar cegado por el odio. Por ello, cuando se cansó de jugar, de una patada, le arrancó a Luz Negra de la mano, y la cogió por las muñecas, acorralándola contra un árbol.

- ¡SUELTAME! ¡¡LÁRGATE NO QUIERO VERTE, TE ODIO!! ¡ERES UN MALDITO IMBÉCIL, OJALÁ TE HUBIERA MATADO AL PRINCIPIO, CUANDO TUVE OPORTUNIDAD!

Soldream sonrió, y miró a la elfa con sus ojosa zul zafiro.

- Dime, ¿realmente sientes lo que estás diciendo?

Armund no contestó, simplemente sollozó entristecida y furiosa a la vez.

- En el fondo, sé que no. Armund, tienes que escucharme...
- ¡No! No quiero oírte!
- ¡Sabes de sobra que tenía que hacerlo! ¡Lo sabes!

Soldream, por primera vez desde que lo conocía, estaba furioso. Armund calló, sorprendida.

- Sabes que él nunca habría vuelto a ser el mismo... Con el tiempo te arrepentirías de haberle dejado con vida, Armund. Sé que duele perder a un ser que quieres, y comprendo que ahora te sientas furiosa conmigo. Pero debes entender por qué lo hice... No lo maté por placer.
- ¡CÁLLATE! ¡Tú no sabes nada sobre sentimientos!

Soldream dió un puñetazo contra el árbol, haciéndole un agujero. Un hilo de sangre resbaló por el tronco, y las astillas se clavaron en la piel del drow.

- ¡Sé más de lo que tú te crees! - estalló Soldream - ¡Deja de actuar como una cría, y piensa de una vez! ¿Crees en serio que ese niño merecía vivir con el trauma toda su vida? - Armund se quedó muda - Sé de sentimeintos mucho más de lo que tú te piensas. Deja ya de hacerte la dura y de creer que saber lo que yo siento o dejo de sentir, porque tú de mí... no sabes nada, Armund...

Armund no dijo nada, sólo le miró a los ojos. Aquellos ojos azul zafiro que expresaban un sentiemiento que ella nunca recordaba haber visto presente... ¿Arrepentiemiento?
Soldream se acercó aún más a ella. Tanto que Armund podía sentir su respiración. Ella se puso nerviosa, e intentó desquitarse, pero no lo conisguió. Cuando la voz del drow sonó tan cerca de su oído que creyó que iba a saltarle el corazón del pecho, se quedó sin respiración.

- Lo siento...
- Soldr...
-Kimai

Armund cayó dormida bajo el hechizo del drow. Soldream la cogió en brazos, y comenzó a saltar entre los árboles.

Cuando la elfa despertó ya era de día. Se encontraba en un pequeño claro del bosque, rodeado de cerezos en flor, cuyor pétalos volaban batidos suavemente por el viento. Ella se levantó de un golpe, mirando de un lado a otro, intentando orientarse. Entonces se percató de la presencia de Aldred a unos metros de ella.
Estaba de pie, con semblante sereno, ante una tumba, donde era obvio que descansaba el cuerpo de Zero. Se levantó, y se acercó a su amigo.

- ¿Lo has enterrado tú?

Aldred sonrió

- Me hubiera gustado, pero Soldream no me dejó ayudarle a hacerlo.
- Soldream... ¿lo enterró? - dijo ella sorprendida.
- Sí. Me apreció justo, después de todo, lo ha matado él.

Armund ensombreció la mirada.

- Pero... - continuó Aldred - Se arrepiente de haberlo hecho. ¿Sabes lo que vi ayer en sus ojos, mientras cargaba con él?
- No... ¿qué viste?
- Una lágrima...
-¿De Soldream?
- Sí... - asintió él - Es obvio que le dolió el hecho de verte sufrir tanto por él. Supongo que el hecho de enterrarlo es un modo de compensarte.
- Aún así, no pienso volver a hablarle... - dijo Armund, terca.
- Creo que él ya lo tiene asumido - dijo Aldred sonriendo - Me gusta este lugar... es bello.

Armund echó un vistazo alrededor, y asintió despacio. Era un buen lugar para que el alma de Zero descansara... Junto a sus padres.

- Vámonos - dijo Aldred - Dentro de unas horas llegaremos a nuestro destino.
- Lo sé- dijo Armund - Vamos.

Armund

Armund se unió a la refriega en cuanto se vio liberada, y dejó que aquella furia y rabia que tenía contra todos aquellos asquerosos drows se desatara por completo.
Había visto el sufrimiento de un niño mientras éste veía como maltrataban a su madre. Había visto cómo aquellas alimañas jugaban con los restos descuartizados de su madre. Le había dicho al niño que no dejaría que lo tocaran... Y allí estaba, al borde de la muerte. Esto último hizo que una energía demoníaca se apoderara de ella, y Armund no hizo ningún esfuerzo por contenerse aquella vez.
Todos merecían morir. Por esta vez no se iba a arrepentir. Esta vez no.
Armund se dirigió rápidamente a cubrir las espaldas de Mitherell, que estaba lanzando hechizos a todos lados y estaba empezando a agotarse.

- Toma-dijo Armund, lanzándole una espada que Aldred le había lanzado- No te canses demasiado con los hechizos. La pelea acaba de empezar-dijo añadiendo esto último guiñándole un ojo.

Mitherell sonrió y empezó a luchar con furia contra todos los que le rodeaban. Pronto empezó a dejar un reguero de muerte. "Y ahora me toca a mi" pensó Armund relamiéndose, mientras sacaba a su Luz Negra con rapidez. Varios drows se dirigían a ella. Pronto empezó a segar cabezas de los drows que se la iban acercando.

-¡Cúbreme tú ahora, Mith!-gritó Armund mientras le sacaba las tripas a un drow que se la había acercado demasiado.
-¿Cómo?-le contestó Mitherell mientras le daba una patada a uno para alejarlo de él.
Que me cubras!¡Que tengo que ir a por el niño!-replicó Armund
-¡Ah,vale!¡Vamos!-dijo deshaciendose del último drow al que se estaba enfrentando.

Toda la cueva era un caos. Era un torbellino de sangre, muñones, vísceras en el suelo, gritos desgarradores... Un reo de muerte.
Armund se iba abriendo paso a través de los drows para llegar desesperadamente hasta el niño. A lo lejos, vio como un drow plantaba su mano en la cara del niño y empezaba a conjurar un hechizo. Zero puso los ojos en blanco y comenzó a tener convulsiones. Armund se moría de dolor por dentro. Gritando de rabia y con los ojos brillando por la ira, iba descuartizando ciegamente a todo aquel que se iba cruzando por su camino. Tenía que llegar hasta el niño.
En el fondo estaba desesperada. Justo cuando estaba a punto de llegar al drow que estaba conjurando un hechizo contra Zero, la rodearon dos drows. Armund se paró en seco y los drows la sonrieron con maldad. Todo sucedió muy rápido: Mitherell le clavó la espada en la espalda a un drow que, sin darse cuenta Armund, la había persiguido por detrás. Cuando Armund se giró sorprendida, los dos drows que tenía delante se lanzaron hacia ella aprovechando su despiste. Armund le dio un codazo en la barbilla al drow que tenía a la izquierda mientras le cortaba la cabeza al de la derecha.
El de la izquierda salió despedido hacia atrás agarrándose la boca mientras sangraba. Se había cortado la lengua con los dientes.
La espada que se había dirigido hacia el drow de la derecha se deslizaba limpiamente por su cuello mientras Armund sentía cómo gorgoteaba por dentro. La hoja de Luz Negra era tan afilada que Armund sintió cómo atravesaba el hueso del drow, y desgarraba músculos y tendones. Finalmente, cuando el cuerpo del elfo oscuro ya no se sintió dueño de la cabeza, ésta se deslizó dejando un rastro de sangre mientras el cuerpo caía pesadamente.
Armund vio cómo la cabeza rodaba entre Aldred, Soldream y los pocos drows que quedaban. Aquella masa inerte con los ojos totalmente abiertos iba rodando entre los pies de todos como movida por una fuerza que la impulsaba a dirigirse a alguien. Al final, el destino de la cabeza fue un drow que la pisó y perdió el equilibrio, cayendo hacia atrás torpemente.
Soldream no desaprovechó esa oportunidad. Armund vio cómo lo destrozaba salvajemente mientras se dirigía a otro de su raza.
Mitherell miró a Armund y la alentó a que siguiera. Tenían que salvar al niño todavía...
Armund lo veía todo muy despacio. Vio al drow que intentaba extraer algo del niño porque le abría la boca y algo intentaba salir de él. Puede que fuera su alma, o puede que en realidad estuviera obligando a meterse algo en el interior del niño para poseerle y llegar a convertirle en una posible mascota o futuro esclavo de los drows. Puede que lo quisiera para un bufón o que finalmente lo quisiera matar. Qué más daba, el niño estaba prácticamente perdido.
Armund vio cómo el niño estaba ya más muerto que vivo, y que no tenía ya fuerzas ni para las convulsiones. Su cabeza se movía inerte para los lados y tenía los ojos en blanco. Con una furia renovada, Armund se dirigió al que estaba torturando a Zero y con rapidísimo movimiento le cogió por detrás y le clavó un cuchillo en el cuello. El drow estaba tan atento al niño que ni se percató de que Armund se le había acercado por detrás. El drow quitó la mano de la cara de Zero y al perder el contacto con éste, la cosa que tenía Zero por dentro desapareció.
Aún así el niño seguía inconsciente. Armund lo miró de arriba a abajo, y con lágrimas en los ojos, lo empezó a desatar de las cuerdas que lo tenían apresado en los tablones. Todo el cuerpo lo tenía hecho un nudo por dentro. El niño había confiado en ella y ella le había dicho que no le tocarían...
Cuando lo desató, Armund contuvo la respiración, y con los dedos temblorosos, le tocó el cuello al niño. Mitherell se arrodilló junto a Armund y mirándola con tensión a los ojos la preguntó con la mirada. Armund respiró aliviada. Tenía un pulso muy irregular, no tardaría en morirse, pero si lo sacaba pronto de allí lo podría salvar. Con ayuda de Mitherell lo podría salvar.
Mitherell lo cogió en brazos y se dispuso a sacar al niño de allí seguido de Armund. Mientras corría hacia afuera, vio que la pelea ya había terminado: Soldream y Aldred respiraban agitadamente pero estaban muy satisfechos y se apoyaban uno en el hombro del otro. Habían dejado todo un reguero de carne sanguinolienta a su alrededor.
Cuando lo sacaron fuera, Armund cogió de su zurrón una botellita minúscula que se dispuso a echarle su contenido a Zero con rapidez. Pero algo la detuvo el brazo. Armund miró sorprendida y vio a Soldream.

- No lo hagas-dijo gravemente.
- ¿Cómo? Si no lo hago morira. ¡Suéltame!- dijo zafándose de la mano de Soldream.
- Si lo curas lo mato-sentenció

Armund se quedó con la botella en el aire mientras aquellas palabras retumbaban en sus oídos.

- No digas gilipolleces-dijo Armund con la voz temblorosa.

Se acababa el tiempo...

- Puedes curar al niño pero no podemos estar con él siempre. En la Antípoda Oscura sabes que lo matarán enseguida
- No pretendo llevarle hasta allí. Podemos dejarle en el próximo pueblo al que vayamos-dijo Armund acercando de nuevo la botellita a los labios del niño.

Aldred y Mitherell observaban la escena con tensión. Aquello era mucho peor que lo que acababan de pasar. Aldred vio que Armund se estaba conteniendo, pero parecía que estaba a punto de querer matar al drow con sus propias manos por no dejarla salvar a Zero.

- Parece que el niño es un estorbo para tí. No hace falta que cargues tú con él., lo haré yo misma.-susurraba Armund con las lágrimas resbalando por la cara.
- Déjame que acabe con él.-le dijo Soldream con una voz impasible.

Armund apretó los dientes por no pegarle un puñetazo ahí mismo e inclinó la botellita para que unas gotas humedecieran los labios de Zero.

- Estás loco... Eres igual que todos los demás. Nunca cambiarás por mucho que te alejes de tu raza. Eres una basura-susurraba Armund

Soldream respiró hondo

- Puede que le ayudes y que su cuerpo se recupere de las heridas, pero... su mente no lo hará. El hechizo con el que le han torturado es demasiado fuerte para que cualquier elfo normal lo modifique o lo intente invertir o anular. Su cuerpo estará perfectamente, pero será un loco atormentado de por vida.- Soldream hablaba despacio, escogiendo cada palabra con cautela - Si despertara, ya no sería el mismo niño que has conocido antes. Su mente está demasiado dañada. Zero ha visto a su gente eliminada, a su madre maltratada, violada e incluso después de muerta, que han estado jugando con sus restos. Ha visto cómo se llevaban a su hermano (que por cierto, yo le he visto en la cueva hecho trizas), que su padre ha muerto... Ya no tiene a nadie...

Aldred y Mitherell miraron a Armund. A ésta la tapaba la cara el pelo y solo se la veían innumerables lágrimas que recorrían su cara. Lloraba silenciosamente.
Pasaron unos tensos segundos hasta que dijo con un hilo de voz:

- Pero tal vez en el siguiente pueblo le acepten y logre olvidar todo y...

Soldream sonrió tristemente por la lucha inesperada que tenía Armund de salvar al niño. Era muy duro para ella porque además de haberle prometido que no lo tocarían, se había encariñado con él.

- Sabes que no, Armund.

Armund calló definitivamente, y hasta que pudo volver a hablar pasaron varios minutos. Con una voz que apenas se oía dijo:

-¿Qué le harás?
- Será un segundo. Haré un hechizo en el que muera en un segundo, rápido e indoloro.
-...
- Voy a hacerle un hechizo para que se duerma. Todavía puede sentir aunque no tenga fuerzas para moverse ni para hacer nada.
-Tómate el tiempo que necesites

Armund guardó su botellita y lentamente puso su mano en la frente de Zero. Tras un segundo, retiró la mano lentamente del niño y besó su frente.

- Ya puedes hacer con él lo que debas.-dijo levantándose y dirigiéndose al bosque. - Luego no me llaméis para comer ni para cenar. No tengo hambre, y... si decidís seguir andando a la Antípoda Oscura ya os alcanzaré.

Aldred y Mitherell, que habían estado en silencio todo el tiempo, intentaron seguirla pero Armund los miró con los ojos totalmente encendidos por la rabia y se deshizo de ellos rápidamente. Con tristeza, miraban cómo se marchaba Armund arrastrando los pies hacia los árboles.
Mientras se alejaba, Armund escuchó el último aliento de un niño que dejaba ese mundo para siempre.

Aldred

Aldred miraba aquel terrible acto de poder sin mediar palabra. No podía aprtar la vista de aquellos seres repugnantes. En su corazón se encendía la ira, no podía contenerla, era ira demente, le cegaba la mirada, el pensamiento...
Aldred sabía que si dejaba que se apoderase de él no podría controlarse, así que intentó relajarse, pero aun así el corazón seguía latiendole con fuerza, y las pulsaciones le retumbaban en la cabeza...

-¡¡¡¡MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! - Gritó Zero.

Esto hizo salir de su ensoñación a Aldred, pero antes de que pudiese reaccionar ya estaban rodeados de Drows. Tres drows cogían por la espalda a Mith mientras otros cinco apresaban a Armund y a Zero. Soldream había conseguido clavar su daga en uno de ellos, aunque aquello solo hizo que los drows aplicaran más fuerza a las mordazas.
Los compañeros, ya presos, miraban a Aldred a quien aun no habían tocado, le miraban con extrañeza, ¿que hacía, por que no se movía? Aldred, se había quedado petrificado, no podía moverse, la ira lo cegaba, sin embargo la había conseguido contener. Los Drows, al principio confusos, finalemnte se decidieron y propinaron un garrotazo a Aldred en la cabeza, que cayó inconsciente al suelo mientras un fino hilo de sangre manaba de su nuca...

Aldred se despertó mientras lo trasportaban. Armund y Mitherell iban atados a una especie de tronco colgando por las manos, Soldream iba atado de pies y manos separados completamente, a Zero lo llevaban cual saco de patatas en el hombro de un drow, y Aldred iba atado a un caballo que lo arrastraba por la fina tierra mientras las piedras se le incrustaban en la piel. Aún en su estado, ninguno de los compañeros mostraba signos de dolor, incluso Zero miró a Aldred y este le guiñó el ojo.
El camino se empezó a volver oscuro, la tierra parecía empapada de sangre, un hedor a víceras y carne putrefacta invadió la nariz de Aldred, que contuvo una mueca de repulsión. A los laterales de la carretera se veían estacas con cabezas, que aún manaban sangre, clavadas. Algunas mostraban un aspecto vomitivo: algunos ojos habían estallado a causa del calor de algún hechizo y gusanos de color naranja se retorciían por las cuencas vacías mientras devoraban el cadáver. Un vómito proveniente de dodne se situaban Mith y Armund confirmó que ellos tambien lo estabn viendo. Zero mantenía sus ojos cerrados y profería geminos mientras lo transportaban hasta una cueva de piedra manchada con chorretones de sangre.
Los drows se detuvieron dentro de una cueva, que tenía anclados unos grilletes a la pared

- Un lugar santo de sacrificio- murmuró Soldream

Colocaron a los 4 compañeros atados al muro. A Aldred le ataron las manos por encima de la cabeza con unas cadenas, y a sus compañeros de forma similar. Aldred sintió un profundo asco cuando su espalda desnuda y llena de heridas del "viaje" dio contra el muro frío que estaba inpregnado de sangre, de a saber qué ser y lo que parecían sesos cuagulados y orines.
Zero había sido llevado al centro de la estancia y atado a unos tablones, mientras unos drows mostraban la cabeza cortada de su madre y jugaban conella antes de arrojarla al fuego. Un olor a carne y pelo quemado invadió la estancia, mientras la cabeza ardía y los ojos estallaban con un terrible sonido... Zero emepezó a gemir muy alto, y sus gritos y llantos se propagaron muy rápido por toda la galería, que se llenó de carcajadas provinientes de todos los lados. Aldred estimaba que al menos unos 20 drows se encontraban allí.
El drow no cansado de atormentar al chico, sacó su daga y comenzó a hacerle pequeños cortes en la comisura de los dedos. El chico gritaba de dolor... Los 3 compañeros intentaban librarse de los grilletes y ayudar al chico; sin embargo eran demasiado pesados para romperlos. Aldred, en cambio, estaba sumido de nuevo en sus pensamientos "No puedo dejar que me posea..." pensaba Aldred mientras oía las voces del niño y las raíces de la furia le aprisionaban el cerebro.
Aldred cerró los ojos e inspiró prufundamente. A Zero le habían colgado boca abajo y le acercaban al fuego lentamente, mientras seguía profiriendo lamentos y pidiendo ayuda. Un cuchillo incandescente le abrió un tajo en sendos brazos mientras el niño seguía gritando.

-¡ALDRED, REACCIONA!- Gritó Armund sin impedir que una nota de desesperación aflorara a su voz.

Aldred abrió los ojos fieramente. De su interior se podían ver los fuegos del infierno; una cólera infernal emanaba de todo su cuerpo. Sus compañeros le miraran atónitos mientras se apoyaba con las piernas en el muro y comenzaba a tirar de las cadenas con intención de soltarlas. Incluso los drows habían detenido su terrorífica obra para mirarle y una vez recuperados proferían de nuevo risas y carcajadas.

-Pobre iluso...

Soldream estaba abriendo sus grilletes con un trozo de metal que había sacado de algún aldo y Mitherell entonaba un hechizo para hacer estallar el candado. Los tendones del cuello de Aldred se tensaron como cables de acero, mientras los drows proseguían con su carcajadas. Algo iba a tener que ceder en algún momento: o Aldred o los grilletes, y parecía que los tendones se le fueran a salir en cualquier momento del cuello. Pero sin embargo, un grillete chirrió y se separó de la pared, chocando con un sonido metálico contra el suelo, mientras las carcajadas se transformaban en gritos de asombro.
Un drow se lanzó contra Aldred con intención de inmovilizarlo, pero al acercarse a él, Aldred le cogió por el cuello con una rapidez sobrenatural, y le miró fijamente a sus ojos antes de partírselo. Una mirada de terror salió de los ojos del indefenso drow.
Aldred aun no se había liberado del otro grillete y otro drow se acercaba a por él, esta vez, con su espada en la mano. Aldred, en vez de desistir se puso a tirar con más fuerza mientras espoleaba como un látigo la cadena que se había soltado, impactando con fuerza sobre la cara del drow que se desplomó al suelo con un sonido de algo roto. Aldred se despeguó de la pared con un último tirón, y vió como más drows se avalanzaban sobre él...
En ese momento, vió como Mith y Soldream se soltaban de los grilletes y se unían a la refriega. Aldred se abrió paso con las cadenas hacia donde se encontraban sus armas, y cogidó su espada relumbrante y su espada larga, mientras empujaba con un pie el resto de las armas hacia sus 2 compañeros, quienes cogieron las armas y se dispusieron a matar, segando las vidas de los drows.

-¡Aldred!- oyó que gritaba alguien, y al darse la vuelta observó que Armund aún estaba presa.

Levantó su espada como si fuese a atacarla, incluso Armund se acobardó cuando la espada impactó en los grilletes que saltaron por los aires. Aldred la agarró por la cintura y le dió su alfanje, mientras regresaba a la lucha.
Aldred se había vuelto incontrolable, la furia le había vencido, y sólo podía calmarla la sangre. Tal era su frenesí, que, en su momento de confusión, estuvo a punto de atravesar al propio Soldream, que de no ser por su agilidad, habría terminado cortado por la mitad. El drow le dirigió una mirada extraña, pero enseguida volvió a la encarnizada batalla
Como un tornado de muerte, Aldred avanzaba sin temor entre los drows: cortaba brazos, segaba cabezas y abría tajos profundos mientras dejaba un reguero de muerte a su alrededor. Aldred se había vuelto una máquina de guerra y nadie podía pararla, incluso 4 drows que le interpusieron fueron apartados por un mandoble de su espada a dos manos. Mientras uno se agarraba las vísceras, otro intentaba contener la hemorragia del muñon de la mano...

Armund

Zero trotó hacia Armund, y mirándola con unos ojos grandes llenos de confianza, la cogió la mano y les empezó a guiar.
Armund se dejaba llevar por el chiquillo mientras pensaba preocupada. ¿qué les harían? Soldream trabajaba para la señora de una de las casas más poderosas de la Antípoda Oscura, y él mismo era uno de los asesinos más temidos por su tierra. Seguramente su reputación le precedería por los demás drows. Sabiendo además que seguramente su señora le habría puesto precio a su cabeza, porque le estaría buscando...
Armund suspiró. ¿Encontrarían algún día algo de paz? Aunque tenía que reconocer que desde que había salido del pueblo, no se había sentido nunca tan vivaz. Aunque le doliese reconocerlo, a veces disfrutaba matando y perdía el control. Armund se tocó la nuca instintivamente. Aquella marca... Si no fuera por ella, muchas veces se controlaría al matar. Pero por su culpa, a veces no podía y no tenía piedad. Armund se preguntaba a veces si, de todas las personas que había matado a veces, todas merecían realmente morir.
Armund miró de reojo a sus compañeros y vio sus caras ceñudas por el sol. Realmente hacía mucho calor... Y no les quedaba casi agua. Tendrían que ir a algun pueblo pronto. Zero les guió por desérticos caminos, y cuando finalmente estaban exhaustos, a lo lejos, entre unos árboles, empezaron a ver unas finas hilas de humo. Zero apretó con fuerza la mano de Armund y empezó a ir cada vez más despacio.

- ¿Era ese tu pueblo Zero?-le preguntó Armund por lo bajo.
-Sí-dijo con tristeza Zero- Pero ahora es de ellos. Algunos del pueblo consiguieron irse, pero ellos mataron también a algunos amigos míos.-susurraba Zero cada vez más bajo.

Esta vez fue Armund la que le apretó la mano a Zero para tranquilizarle.

- No pasa nada. A tí no te tocarán, ya lo verás. Y ya veremos después si conseguimos encontrar a tu madre.
- Tal vez la hayan cogido. Mientras corría con todos, no la vi por ningun lado. Al que sí vi que se llevaban era a mi hermano mayor, y a mi padre después de que le mataran.-dijo Zero mientras hacía pucheros.

Armund decidió mejor callar para no hacer recordar al niño todo lo que había pasado. Ya verían despues qué hacían con él. Lo primero era ver qué tramaban los drows.
Al cabo de un buen rato, el panorama cambió y Zero los guiaba por una zona en la que había bastantes árboles. Los tejados de algunas casas quemadas empezaron a verse. Decidieron esconderse tras un árbol y mirar. Estaban tan cerca, que parecía imposible que todavía no les hubiesen escuchado. Aunque les escondían las sombras de los árboles, la verdad es que habían hecho un poco de ruido al pisar las hojas. Armund vio que había un par de drows afilando sus armas y otros pocos vigilando por la zona. Todo parecía muy tranquilo, pero en un instante, todo cambió por completo. Un par de drows, riéndose a carcajadas, sacaron a una mujer desesperada del interior de una casa. Armund vio, conteniendo el aliento, cómo la arrastraban por el suelo cogiéndola del pelo. La mujer gritaba desgarradoramente, pero los drows no solo no dejaron de maltratarla, sino que la empezaron a quitar la ropa y con el ajetreo, varios drows más se acercaron a mirar. La mujer se levantaba y tropezaba. Los drows se burlaban de su torpeza y con hábiles movimientos cada vez que se levantaba, la empujaban y se caía. Cada vez que la tiraban al suelo, la arrancaban un trozo de ropa. En unos instantes, la mujer empezó a llorar desconsolada mientras se intentaba zafar inútilmente de los drows. Cada vez se acercaban más a ver el espectáculo y, riéndose a carcajadas, empezaron a bailar delante de ella haciendo grotescas muecas. A Armund se le hacía un nudo la garganta mientras observaba el panorama, pero quería saber hasta donde querían llegar los drows.
Era en esos momentos cuando realmente deseaba sangre y disfrutaría matándolos a todos lentamente. Temblando de rabia por el panorama, lo único que podía hacer por ahora era agarrar con fuerza el mango de su espada. Si tenía una oportunidad, al menos una... La mínima... No se iría de ese poblado sin haber matado al menos a alguno de aquellos imbéciles. Ojalá pudiera desgarrarle las entrañas a alguna de esas bestias. Soldream sintió la ira de Armund y la miró a los ojos. Armund se tranquilizó un poco bajo aquellos ojos que tanto la hipnotizaban a veces y siguió mirando con fiereza. Cuando se dio cuenta, miró a Zero y vio sorprendida que éste tenía los ojos desorbitados y que estaba aterrorizado. Finalmente...

-¡¡¡¡MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!-gritó Zero.

Armund le tapó la boca pero los drows ya les habían escuchado, y Zero pataleaba furiosamente. En un instante, Armund y sus compañeros se vieron rodeados. Parecía que finalmente iban a entrar en la guarida drow...

Soldream

Soldream guardó la espada, y le explicó la situación a Aldred, que resopló algo molesto al final de la historia.

- Ya veo... Oye Soldream, ¿no tienes otra cosa que hacer que andar asustando al pequeño?

El drow se encogió de hombros y miró fríamente al chaval.

- Estoy acostumbrado a que todo el mundo me odie - sus ojos azules emitieron un breve destello rojo, y el pequeño se escondió entre las piernas de Aldred. Soldream miró a su compañero - Dinos, ¿qué hacías? ¿Has encontrado algo útil?
- Sólo las huellas de los caballos, ¿te suenan?

Soldream se arrodilló junto al suelo, al lado de Armund.

- Sí, méaras. Caballos grandes, de colores lisos, silenciosos e indabliadamente inteligentes... Son un tipo de caballos que rondaban mucho cerca de la Antípoda Oscura, antes de que los licántropos y los huragos ocuparan el alrededor y casi exterminaran la especie. Seguramente, los dueños sean drows exiliados.
- ¿Drows exiliados? - dijo Armund
- No todos los drows viven en la Antípoda Oscura. Algunos prefieren el exilio y vivir por su cuenta y riesgo... Y normalmente esos suelen ser los más peligrosos... Suelen - dijo Mitherell mirando a Soldream de reojo.
- Hasta que me conocistes a mí... - dijo el drow con su típica media sonrisa y una mirada sujestiva.
- ¿Qué hacemos?

Se miraron unos a otros, algo confusos. Aldred miró al pequeño, que se aferraba a sus pantalones como si en ello le fuera la vida.

- Zero, ¿verdad?
- Eh... s... sí - tartamudeó el chico.
- Tú vas a llevarnos al campamento drow, porque imgaino que sabrás dónde está... - dijo arqueando una ceja.

El niño asintió, pero volvió a mirar al drow con desconfianza.
- No te preocupes, no te hará daño. Si se atreve, le daré una patada en los huevos.
- Atrévete tú y te capo - replicó el drow, ceñudo.

Zero sonrió, y asintió

- Vale... os llevaré

Aldred

Aldred caminaba decidido por los bastos campos.
Sentía un ardor incontenible en su interior, cualquiera que hubiese tocado a sus compañeros lamentaría haberlo hecho...
Andaba seguro por la alta hierba, sus sentidos estaban aguzados al máximo, andaba casi sin rumbo, pues al haber llegado a una zona rocosa las huellas de los caballos que había seguido se habían vuelto casi inexistentes. Deambulaba casi por instinto, aunque se podían ver grandes manchas de sangre por el suelo, seguramente de los prisioneros que habían capturado.
De repente un gemido lejano atrajo su atención. Provenía de su lateral, al parecer había alguien que no se molestaba en ir en silencio por aquella pradera, bien... Le serviría para desentumecerle los músculos.
Caminó con un sigilo propio de una serpiente cuando va a capturar a su presa. Pese a su gran volumen corporal, los largos años de batallas y guerras que había vivido y su entrenamiento habían conseguido de él que fuese un guerrero nato en el arte de la guerra y del sigilo.
Aunque, obviamente, no siempre el terreno es igual.
Aldred juzgó mal la pisada siguiente que provocó el chasquido de una rama seca. En ese momento, la silueta a la que había estado siguiendo se detuvo: era una silueta pequeña, demasiado pequeña si se trataba de un guerrero, pero Aldred no estaba dispuesto a cometer ningun error. Desembainó su espada corta, pues en aquel lugar su espada radiente era demasiado aparatosa, y se dispuso al ataque. La silueta, al sentrise observada y en peligro, comenzó a a correr y a emitir gemidos muy agudos, como lloriqueos.
Aldred saltó hacia delante, cerrándole el paso a aquel ser que impactó de improvisto contra Aldred. Al guerrero le corrió un dolor ascendente y punzante desde la entrepierna, un dolor muy agudo que hizo que se cayera inmediatamente y se rebolcara de dolor por el suelo.
El pequeño ser, que resultó ser un niño tení la cara pálida y las pupilas contraídas, parecía congelado por el miedo, pero en uno de los movimientos de Aldred le hizo salir de su ensoñación y empepezó a correr de nuevo, gritando.

-¡Tranquilo! ¡No voy a hacerte daño, te lo juro!

El niño detuvo su agudo chillido y miró a Aldred con sorpresa

- Pero, tú... ¿No quieres matarme?- El niño miró cautelosamente a Aldred, quien le dirigió una sonrisa torcida debido al dolor que aun le subía de la entrepierna
-Debería hacerlo, pero me conformo con que me ayudes

El niño, aun temeroso empezó a avanzar con cuidado hacia Aldred, que aun seguía tendido en el suelo

- Tranquilo chico, no te voy a hacer nada, solo necesito que me ayudes a levantarme

El niño le lanzó un palo ocntra Aldred que lo cogió aduras penas, ya que aún estaba lento y le impactó contra la cara.

-Me cago en...- Aldred se incorporó con ayuda del palo y el niño aun pareció atemorizarse más cuando vió la gran figura de Aldred.

En una piedra cercana Aldred se sentó con gran dificultad, pues aun sentía dolor y miró al chico que no había movido un músculo y se mantenía en estado de alerta

-Muy pocas personas han conseguido ganarme en una pelea, te doy la enoharbuena. ¡ERES UN GRAN GUERRERO!- Dijo Aldred con una gran sonrisa en la boca, y el niño parecío relajarse un poko. -¿Que haces aquí?

El niñó contó a Aldred lo que había sucedido al poblado y la historia de unos viajeros que le ayudaron. Por la descripción, Aldred dedujo que se trataban de sus compañeros, así que hizo incapié en ello. Al parecer el niño se había escapado por que temía que el drow que con ellos viajaba le hiciera lo que a su familia y su pueblo. Había huido mientras preparaban la comida.
Justamente cuando Aldred se disponía a levantarse, una espada afilada cortó unas cuantas plantas de al lado de Aldred y se detuvo a un milímetro de su cuello. El niño gimió de horror y de susto, lanzándose de espaldas contra el suelo. Aldred ni siquiera pestañeó

-Hola Soldream- Dijo Aldred, volviéndose lentamente, mientras apartaba la espada con el brazo.

Aldred se encontró de frente con la mirada fría de Soldream, quien parecío emitir una mueca de satisfacción al ver que su compañero aun seguía vivo con el niño. Aldred sonrió con aire amigable y abrió la boca para comenzar a hablar...

-¡¿DÓNDE COÑO OS HABÍAIS METIDO?!

martes, 26 de junio de 2007

Soldream

Mitherell deshizo la cúpula de invisibilidad que les cubría, y vio a Soldream de cuclillas examinando el terreno y a Armund buscando algo con ansiedad.

- ¿Dónde está Aldred? ¡Aldred!
- Se ha ido - dijo Soldream examinando las huellas de su compañero - Ha debido de seguirles, quizá pensara que nos habían capturado... La cúpula no llegó a cubrirle y no nos vio.
- Típico de él. Ahora tendremos que ir a buscarle. - dijo Mitherell.
- Obviamente... Me temo que eso nos retrasará, aunque la verdad es que no tengo ninguna prisa... - comentó el drow encogiéndose de hombros.
- Debían de ser mercenarios o asaltadores de pueblos - dijo Armund - Me dan asco...

Un débil gemido les hizo darse la vuelta. Un niño pequeño, de unos diez años, agazapado entre unas matas, observaba a los tres compañeros con temor. Armund se acercó a él y le hizo salir.

- ¿Y éste de donde a salido? - dijo Mith.

Soldream se dio la vuelta y se alejó unos pasos.

- Dice que los hombres cargaron los cadaváres en el carro para quemarlos aquí pero por lo visto cambiaron de idea. Y por lo visto, él se quedó junto al cuerpo de su padre y le cargaron también.
- Entonces tuvo suerte - dijo la áspera voz de Soldream.

El niño se escondió tras la elfa, observando con temor al drow.

- ¿Qué le pasa?
- Es... es uno de ellos... - gimoteó el niño.
- Tranquilo, él es bueno...

Pero el niño se alejó aún más de Soldream negando con la cabeza. El drow bufó hastiado y dijo

- Mira, o le dices que te diga dónde coño está el pueblo para ir a por Aldred, o le rebano la cabeza para que se junte con su querido padre en el otro mundo...
- ¡SOLDREAM! - le reprimió Armund.
- ¡Que bruto eres!

El niño salió corriendo, pero tropezó a los pocos pasos. Armnd se acercó y razonó con él.

- Dice que nos llevará hasta allí, pero que, por favor, no le desencajes la cabeza de su sitio... - dijo la elfa ceñuda.
- Pues casi le haría un favor...
- ¿Se puede saber por qué matar a una persona te parece hacerle un favor? - saltó Mith.
- Mitherell - la voz de Soldream sonó con un témpano de hielo - No sabes la de veces que he suplicado que me hagan ese favor...

Mitherell fue a reprochar, pero Armund le hizo una señal para que no comenzara otra discusión. El pequeño observaba al drow con una mezcla de miedo y admiración, pero no se separó de la elfa.

- ¿Cómo se llama? - dijo Mith.
- Zero - dijo el niño, observando aún alejarse al drow...

Aldred

Aldred no sabía muy bien como sentirse, la noche anterior el mundo había dado mil vueltas en torno a él, todo parecía haber cambiado. Él era un soldado, un guerrero, pero aun así, dudaba de las posibilidades que tenían de sobrevivir. Había tomado una determinación, aunque muriera se llevaría por delante a unos cuantos de esos bastardos al otro mundo.
Se rió sonoramente ante la idea. Los compañeros le miraron sorprendidos, pero él continuó riendo hasta que no pudo más. Un destello le atravesó su mente, ¿qué hacía? ¿Se estaba volviendo loco? Aunque sabía por seguridad que era una sensación que había sentido con anterioridad.
El grupo andaba por unas extensas praderas de hierbas altas.

- Un lugar perfecto para una emboscada, ¿no creéis?- dijo Mith sarcásticamente.

Armund y Aldred sonrieron, en cambio Soldream miró hacia los laterales rápidamente, como si hubiese escuchado un sonido...

- Demasiado perfecto... - Soldream aguzó la vista, y de pronto todos sus músculos se pusieron en tensión - ¡Vienen unos jinetes! ¡OCULTAOS!

Los compañeros se dispersaron y se tumbaron en la hierba fresca que crecía en la pradera.
Aldred sintió el suvae acariciar de la fina hierba en su nariz, lo que provocó un sonoro estornudo... "¡¡Mierda!!" pensó.
Los jinetes, que hasta el momento habían ido avanzando hacia donde antes se situaban los compañeros, se detuvieron.

-¡¡Señor!! ¡Hace un momento estaban aquí, os lo puedo jurar! - dijo uno de los jinetes, y el que parecía el jefe observó el suelo con sabiduría.

Aldred podía observar con claridad la escena: eran una partido de unos 12 caballeros montados en corceles negros, más grandes que cualquiera que hubise visto nunca. Los caballeros lucían arcos compuestos, espadones pesados y una armadura pesada que les cubría todo el cuerpo, pero, sorprendentemente, no proferían sonido alguno. "Brujería..." pensó Aldred, y un movimiento atrajo su atención. Los caballeros llevaban en sus corceles hombres y mujeres sujetos con cuerdas, atados cruelmente a sus monturas. Eso explicaba la gran columna de humo que habían visto antes por las praderas.

-Dejad que sus cuerpos se pudran en las praderas. Y en cuanto a los que huyeron, seguramente son gente del pueblo, ya los cogerán los drows... No saben en lo que se han metido, más les valdría que los hubiesemos decapitado nosotros. ¡AL CAMPAMENTO!- gritó el que parecía ser el jefe del grupo.

Los caballeros hacía tiempo que se habían ido pero Aldred no conseguía encontrar a sus compañeros. ¿Dónde estaban? Era imposible ver nada con aquella espesa hierba. ¿Les habrían capturado? Parecía improbable, pero más de una vez habían pasado cosas peores. Aldred decidió seguir las huellas de los corceles, no podía hacer otra cosa. En cualquier caso podrían ayudarle, o en el mejor de los casos podía matar a unos cuantos de esos bastardos asalta pueblos

lunes, 25 de junio de 2007

Soldream

Cuando todos despertaron, la luz del alba se filtraba entre las nubes y llegaba tenue a través de la cascada de la entrada. Armund fue la primera en desperezarse. Se estiró, bostezando, y miró en derredor buscando instintivamente a Aldred, que se hacía el remolón bajo su manta de viaje, y después a Mitherell, que aún dormitaba espanzurrado en el suelo.
Cuando llegó al lugar de Soldream, vio que la manta ya estaba recogida y las cosas a punto. Sobre la manta doblada había una nota escrita: "Estoy en el bosque, rastréame si quieres, pero ten ojo en dónde pones los pies...".
Picada por la curiosidad, Armund se levantó, mediorecogió las cosas y salió detrás de la cascada hacia el esterior. Le costó encontrar el rastro del drow, pero aún así siguió sus pasos que se internaban en el bosque. Unos minutos después, encontraba en la hierba otra nota. "Si has llegado hasta aquí, primero tendré que darte la enhorabuena por conseguir encontrarme, y segundo, no muevas ni un sólo músculo si quieres conservar tu cabeza en su sitio..."

- ¿Qué demo...? - dijo Armund, levantándose.

Un sonido poco habitual alertó a la elfa, que saltó por puro instinto, esquivando algo plateado que giraba a toda velocidad hacia ella. Cuando aterrizó, vio cuatro shurikens (estrellas ninja) de bordes afilados clavado con fuerza en un árbol. Armund, con una mueca, se agarró el cuello mirando los filos. Y vio resplandecer algo cerca de ella. Algo largo, fino, prácticamente invisible. Una especie de hilo transparente. Y un poco más allá vio otro, y otro... Con su vista de elfo lo descubrió. Estaba en medio de una red de hilos invisibles que activaban trampas, probablemente peores que en la que ella había estado a punto de caer. Había estado tan concentrada en seguir el rastro del drow que ni siquiera se había dado cuenta de dónde se metía.

-"Ten ojo en dónde pones los pies..." - refunfuñó ella - Maldito drow, ésta me la paga...

Intentó divisar algún hueco entre hilos para salir. Se giró sobre sus talones, pero rozó otro hilo con un codo. Saltó de nuevo, y esquivó de milagro dos dardos venenosos que habían salido disparados. Al aterrizar, tropezó con otro hilo, y apenas tuvo tiempo de reaccionar. Un pesado tronco lleno de pinchos afilados caía irremediablemente hacia ella. Armund cerró los ojos, intentando reaccionar. Sintió que algo la agarraba de un brazo y la quitaba de la mortal trayectoria del tronco. Sintió que tocaba tierra firme, y entonces abrió los ojos.
Soldream estaba sujetándola, mirándola fijamente. Tenía el torso al descubierto y el pelo recogido hacia atrás, y por el sudor que perlaba su frente, seguramente no había parado en toda la mañana. Armund no necesitaba preguntarse el por qué...

- ¿Estás bien? - le preguntó.

Armund estalló.

-¿¡BIEN!? ¡CÓMO QUIERES QUE ESTÉ BIEN! ¡Se puede saber qué haces metiéndome en un sitio así!
- Armund...
- ¡¡Que un poco más y esos malditos shurikens me cortan el cuello!!
- Armund...
- ¡ Y además ese tronco por poco me mata y...!
- ¡Armund! - le cortó el drow, con una media sonrisa - Tranquila. Aunque los shurikens te hubieran alcanzado o el tronco hubiera tropezado contigo, no te habría pasado nada.
- ¿Eh? - dijo Armund, confusa.
- Mira...

El drow se levantó y se acercó a los shurikens incrustados en el árbol. Cuando alzó la mano para cogerlo, atravesó el emtálico filo como si fuera un fantasma.

- ¡Es una imagen! ¡Una ilusión óptica! - exclamó Armund.
- Exacto. - Soldream tiró de uno de los hilos y acto seguido, todos los demás cayeron al suelo con suavidad. El shuriken se desvaneció en el aire. - Yo no puedo llevar tantas armas, así que sólo puedo proyectar imágenes de ellas. Aunque me alcanzen, no me pueden herir, no son reales.
- Ya, obviamente - dijo Armund levantándose - Pero, ¿por qué haces todo esto?
- Es mi entrenamiento - dijo el drow encogiéndose de hombros.
- ¿Entrenamiento? ¿Esto? Suicidio querrás decir - dijo Armund incrédula.

Soldream rió sauvemente.

- Este es el entrenamiento fácil. Me he sometido a pruebas peores. - dijo con voz neutra - Además, normalmente lo hago con los ojos cerrados.
- Los drow no sabéis lo que es vivir sin un filo en el cuello... - comentó Armund
- Más o menos - dijo él - Anda, volvamos.

Armund sonrió y le siguió. La luz se filtraba a través de las copas de los árboles con suavidad. La elfa se fijó en la base del cuello izquierda, con aquella marca tan extraña, sellada por el hechizo de Mitherell. Aún le resultaba extraño creer que Soldream tuviera una marca tan rara por pura casualidad. De hecho, por más que divagaba en el tema, no encontraba una explicación lógica. Muchas veces había estado tentada de preguntarle por qué la tenía, pero nunca se había atrevido.

- Oye Soldream...
- ¿Qué?
- Por qué... ¿por qué te entrenas de este modo? - dijo, sin saber muy bien por qué preguntaba nada.
- Porque así entreno mis sentidos para estar alerta y no dormirme. Además ayuda mucho a la agilidad y a la precisión de movimientos. Pero eso no es lo que me quieres preguntar, ¿verdad?
- Eeeeh... - Armund vaciló y se sonrojó - Yo... esto... bueno, no. No era eso lo que te quería preguntar. En realidad quería... saber... ¿por qué un drow como tú lleva esa marca?

La mirada de Soldream se ensombreció. Meditó un momento y añadió.

- Es como si yo te preguntara por qué tienes ese extraño tatuaje en la nuca.
- ¿Qué? - Armund se paró en seco.

Había palidecido, y sintió que le temblaba el pulso.

-¿Cómo... lo has sabido?
- Soy un drow Armund, esas cosas no se me pueden ocultar... - respondió simplemente - Mis ojos han sido entrenados para detectar hasta el detalle más mínimo de mi oponente, es algo que hago aunque no quiera. Y aunque te esfuerzas bastante en ocultarla, te la he visto un par de veces.
- Pero... tú, no puedes... - tartamudeó ella.

Soldream sonrió.

- Ni siquiera tú sabes lo que significa, ¿verdad? - comentó.

Armund le observó con atención

- No se lo diré a esos dos, es un secreto tuyo. Al igual que mi marca es el mío.

Y sin más comentarios, siguió la marcha. Armund miró un momento al suelo, y después le siguió, en silencio. Cuando llegaron de nuevo a la cueva, Aldred y Mith seguían durmiendo. Armund rodeó la cascada para asar, y vio al drow atravesarla tranquilamente, empapándose. Armund le miró sorprendida.

- ¿Qué haces? - le preguntó.

El elfo oscuro se encogió de hombros.

- Tengo calor, ¿pasa algo?
- Supongo que no - dijo ella.

Luego vio al drow, que acumulaba una gota de agua gigante en las manos, levitando sauvemente. Observó con curiosidad cómo la hacia cambiar de forma, hasta que consiguió una esfera perfecta del tamaño de un balón. Sonriendo con picardía, hizo levitar la burbuja hasta situarla encima de las cabezas de Mitherell y Aldred, y con una risa leve, bajó las manos, y el agua se desparramó sobre los rostros de sus compañeros. Aldred se levantó de un salto, gritando, aún con los ojos cerrados, y con la mano empuñando una espada imaginaria.

- ¡SAL Y PELEA COBARDEEEEEEE!¡WAAAAAAAAAAA!¡AL ATAQUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!

Soldream se rió, aún mojándose bajo la cascada, y Armund rodó por el suelo desternillándose de risa. Mitherell, que había vuelto al mundo real de golpe, también se rió al ver la pose de su compañero. Aldred hizo como si enfundara la espada, y aún empapado, se volvió a acostar, murmurando frases incoherentes. Los tres compañeros siguieron riéndose.
Mitehrell dijo:

- Oye Sold, como vuelvas a hacer eso te separo la cabeza de los hombros. Hay mejores formas de despertar a la gente.
- Ah, eso sólo será si me alcanzas.
- Yo me preocuparía más de lo que te hará Aldred cuando despierte... - dijo Armund pasando la mano por el cuello horizontalmente, haciendo un ruido macabro.

Los tres volvieron a reírse. Soldrem sin embargo jadeó, y se llevó la mano al cuello. Armund y Mitherell dejaron de reír, y le observaron con gravedad. El drow apretaba los dientes de dolor, y entornaba los ojos...

- Maldita zorra... parece que te impacientas... - murmuró.
- ¿Soldream, estás bien? - dijo Armund.
- El sello se empieza a volver inestable. - dijo Mitherell observando la marca - Ten cuidado Soldream, porque a partir de ahora es posible que te duela más.
- Ya contaba con ello... - dijo el drow. - Por cierto, esta tarde llegaremos al lugar donde está la puerta secundaria a la Antípoda Oscura, así que preparaos.

Aldred, como movido por un resorte, se levantó de un salto.

- ¡Esta tarde has dicho!
- Sí, eso he dicho - dijo el drow.
- ¡Genial! ¡Por fin una pelea en serio!
- Se de uno que se lo va a pasar bomba - murmuró Armund.

No mucho después, los tres compañeros volvían a internarse en el bosque, decididos a internarse en un lugar del que probablemente, no podrían salir.

Armund

Dejando a Aldred solo para que pensase tranquilo, decidieron los demás ir a cazar el resto de la tarde para tener una cena segura. Tras cazar conejos y un jabalí, decidieron volver.
Cuando volvieron adonde habían dejado a Aldred, éste no estaba, habría ido a dar un paseo. Armund y Soldream despellejaban a los animales mientras Mitherell los asaba en una hoguera. Armund miró a Soldream y le dijo:

- Quiero que sepas que, pase lo que pase, yo también estaré a tu lado. Aunque a veces no te aguante y me gustaría matarte yo misma, ¿vale?

Soldream la miró y sonrió.

- Ya lo sé, Armund.

Armund le devolvió la sonrisa y empezó a despellejar al conejo con más ahínco. Tenía hambre. A Armund la empezaba a rugir las tripas del aroma que despedia la comida, y por los ojos del drow, él tampoco rechazaría una buena cantidad de comida. Y Mitherell se estaba relamiendo los labios mirando el conejo que se estaba asando. Si no se equivocaba, el aroma de la comida traería de vuelta pronto a Aldred.
Y así fue, gruñendo por lo bajo, Aldred apareció tras unos minutos y se sentó junto a ellos mientras miraba como la comida se asaba. El fuego crepitaba y sentados todos alrededor, poco a poco se iban calentando. Armund miró hacia arriba: hacía una noche preciosa. Todo el firmamento estaba lleno de estrellas, ojalá esa noche fuera tranquila.
Armund suspiró y miró a los demás. Todos miraban el fuego embelesados y Armund podía ver en sus pupilas bailar al fuego lentamente. Aldred seguía pensativo. Armund suspiró de nuevo. Esta noche intentaría hablar con él, no quería que se callase las cosas y ella también quería compartir sus pensamientos. Le apetecía desahogarse con alguien.
Quisiera o no, la idea de una muerte próxima, tampoco le agradaba y la llenaba de un gran temor. Cuando el conejo estuvo listo, lo repatieron y con las manos llenas de grasa, se lo comieron rápidamente. La verdad es que les supo a poco, y tras haberlo pensado mejor, decidieron asar al jabalí. Cuando se lo terminaron de comer, definitivamente quedaron saciados para unas buenas horas. Armund sentía explotar y por las caras de los demás, se notaba que habían quedado bastante satisfechos. El drow intentó levantarse pero se tambaleó por el peso que tenía en la tripa. Armund le había visto que había engullido como un animal. Tras mirarle, se rió. El drow tenía una pinta verdaderamente cómica.
Soldream frunció el ceño, pero tras pensarselo mejor, decidió sentarse junto a los demas. Gracias al calorcillo del fuego y de la comida caliente recien devorada, los amigos entraron en un rápido sopor y no tardaron en quedarse dormidos.
Armund se despertó, había oído algo, miró alrededor sobresaltada y no vio nada. Respiró aliviada y giró la cabeza para mirar a Aldred. No estaba.
Armund se puso de pie agitada, pero agudizando un poco la vista, lo vio sentado en una roca mirando las estrellas. Armund suspiró aliviada, la seguía pesando la tripa, pero iría a darle un poco de compañía. Mirando a los demás, vio que estaban profundamente dormidos panza arriba. El drow en ese momento parecía estar soñando algo porque agitaba la pierna derecha como un poseso.
Silenciosamente, cuando llegó a Aldred, le puso una mano en el hombro. Había ido tan despacio para no interrumpirle, que Aldred se sobresaltó. Cuando vio que era Armund, se relajó y la dejó un sitio a su lado en la roca. Los dos miraban el cielo y suspiraron.

- Tal vez dejemos de ver esto pronto- dijo Armund- Ojalá disfrutemos de estas cosas tan bellas todo lo que podamos. ¿Te imaginas alcanzar una estrella?
- Hay otras cosas más bellas en el mundo que no se pueden alcanzar, ni aunque las tengas delante de tus narices. Están demasiado lejanas a pesar de estar tan cerca -la dijo Aldred mirándola a los ojos.

Armund se agitó nerviosa aunque se sentía muy a gusto al lado de Aldred.

- Aldred... ¿Crees que... que lo conseguiremos? Quiero decir, todo esto parece una locura. Ir tras un demonio, conseguir salir vivos de toda una ciudad d drows, intentar que no nos maten a cada segundo... Y solo somos cuatro. De milagro hemos sobrevivido a lo que nos ha pasado anteriormente.
- ¿Quién sabe? Lo único que quiero es disfrutar todo lo que pueda de la vida ahora que sé que no es muy seguro que sobrevivamos. Quiero aprovechar el presente al máximo.

Quedándose un buen rato callados, Armund finalmente se decidió a hablar:

- Creo que hacemos buen equipo.
- ¿Qué?
- Que creo que saldremos bien. No sé, es uno de mis sextos sentidos que me vienen a veces. Es verdad que Soldream y yo a veces no nos aguantamos mucho, pero creo que en el fondo yo pondría mi vida en sus manos y él sabe que la suya en las mías también. Nos protegemos unos a otros y... No sé, creo que somos una piña. Creo que estaremos bien.
- Supongo que sí.
-Yo daría mi vida por vosotros.
- Yo también, Armund, yo también...- suspiró Aldred.

Armund dudó, y guardó un momento de silencio, antes de decir:

- A veces tengo mucho miedo, Aldred, aunque aparentemente, a veces no necesite a nadie para valerme por mi misma y defenderme.

Aldred, moviendo la cabeza y dudándolo mucho, apoyó su brazo en el hombro de Armund, atrayéndola hacia él. Cuidaría de ella aunque ella no lo supiera. Armund apoyó la cabeza en su hombro y miró al cielo. En ese momento, cayó una estrella fugaz. Armund cerró los ojos. Todo saldría bien, estaba convencida.

Aldred

Aldred estaba decidido, solo la idea de estar rodeado de enemigos y en inferioridad le hecía casi saltar de emoción. Pero, qué iba a alardear él: estaba con miedo, tenía el miedo incrustado en sus venas desde el dia en que nació, y de eso ya hacía bastante tiempo, pero no era un cobarde y no iba a dejar a atras a sus compañeros, sobre todo conociendo a Armund como la conocía. Aquella "pequeña" elfa no hacía mas que meterse en problemas, y tendría que haber alguien para cuidar de ella, aunque nunca lo necesitase.

-Yo también iré, por lo menos me divertiré- pero sus ojos no decían lo mismo y Soldream parecía haber captado esa mirada.
-¿Seguro que quieres ir?- dijo Soldream acusativamente -Tus ojos revelan un gran miedo en tu interior
-Solo un loco, o un siervo de la oscuridad no siente miedo - Contestó Aldred
-Yo soy un siervo de la oscuridad...
-Yo no lo creo así. tTú nos has salvado y nos has traido hasta aquí. ¡Nos has ayudado! Y se que en tu interior tu también lo crees.
-De todas formas con miedo no podrás llegar muy lejos...

Amund y Mith estaban mirando la discusión que mantenían Aldred y Soldream, impertérritos, en su sitio, sin mover un músculo, y tras esta última acusación miraron a Aldred como compadeciéndose de el.
Aldred levantó la mirada asesina, que nunca antes había tenido hacia Soldream, que pareció retroceder y se llevó la mano a la empuñadura de su espada.

-El miedo es natural, el problema son los que no lo pueden dominarlo y permiten que ese miedo se apodere de él... - Soldream camptó el segundo significado de ese mensaje.

Tras el cual, Aldred se dio la vuelta y se marchó hacia la oscuridad. Armund iba aseguirle pero Soldream la agarró por el hombro

- Necesita estar solo...

Antes de perderse por completo en la oscuridad, sus compañeros le dirijieron una mirada de verdadera admiración.

Mitherell

Mitherell, ante lo que había dicho el drow, estaba (como así decirlo) en la cuerda floja: que si te caes, mueres.
El elfo, dudoso de su respuesta, le dijo:

-Yo os acompaño en las buenas y en las malas, mi vuestro amigo...

Mitherell no podría haber sabido si su respuesta era acertada, pero el siguió lo que su corazón, o más bien su locura, le dictaba. Tras eso, el hechicero se quedó mirando a Armundy a Aldred